El camino equivocado

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Había llegado el día. El día en que se alejarían de la contaminación de la ciudad para ir de excursión a la montaña, a respirar aire limpio, a divertirse, a evadirse de las aburridas clases. A salir de la rutina por un día.

Una clase de tercero de la ESO se encontraba en el claro de un bosque. Todos los alumnos parloteaban sin cesar. Algunos emocionados, otros aburridos y, algunos, perezosos. Desde ese punto tendrían que empezar una carrera de orientación por los senderos entre los árboles y terminar en otro claro en el que estaría el profesor esperando.

– Os voy a dar un mapa, una brújula y una tarjeta con un chip –empezó Jack, el profesor de educación física, quien se encargaba de la actividad, haciendo que todos los alumnos callaran para escuchar–. Tendréis que pasar por todas las fitas que hay en el mapa. Cuando lleguéis a uno de los puntos marcados, encontraréis unos paneles por donde deberéis pasar la tarjeta.

– Jack, ¿qué es una fita?

– Pues es cada punto por donde debéis pasar, en el mapa lo tenéis señalizado. Vais a ir por parejas, pero no sigáis a otro grupo porque las fitas y los recorridos son distintos–. El profesor hizo una pausa en la cual los alumnos empezaron a cuchichear entre ellos otra vez–. A ver, por favor, id formando parejas y me las vais diciendo cuando estéis.

– Sandra y Sara –se apresuraron a decir las chicas.

– Andrea y Víctor.

– A saber, que van a hacer estos dos solos –susurró Fran a su amigo Lucas.

– Sí, sí, no hace falta echarle mucha imaginación –le contestó en el mismo tono alzando repetidamente las cejas–. ¡Lucas y Fran! –gritó Lucas.

– Oye que por cortesía se dice primero el mío y luego el tuyo –bromeó Fran.

– Y sabes que la cortesía me da igual.

– ¡Ya basta chicos! –gritó el profesor.

– Jack, vamos Claire y yo, Jenna –dijo ésta.

– Y Sam y yo

– ¿Quién es yo? –preguntó Jack sin alzar la cabeza de su libreta.

– Vicky, quién sino iba a soportar a Sam.

– Ángel y Carlos –continuaron.

Toda la clase se fue nombrando. Y Jack le dio a cada pareja su tarjeta, la brújula y un mapa al azar.

– Vale, chicos, justo cuando paséis el chip por la casilla de salida empezará a contar el tiempo. Si os saltáis una fita seréis descalificados.

Grupo por grupo fueron pasando su tarjeta por el lector y empezaron a adentrarse en el bosque desapareciendo de la vista de los demás al tomar la primera curva.

– Sam déjame ver tu mapa –dijo Jenna.

– Toma –respondió la chica tendiéndoselo.

– Mira, tenemos el mismo recorrido.

– ¡Qué suerte!, podremos ir juntas.

– Vale, pero rápido que yo quiero ganar a Fran y a Lucas –dijo Vicky echando a correr hacia donde indicaba el mapa.

Las cuatro chicas, Claire, Jenna, Sam y Vicky empezaron la carrera contrarreloj adelantando a algunos compañeros y parando en cada fita para comprobar en el mapa hacia donde estaba la siguiente. Algunas estaban entre unas rocas, otras enganchadas al tronco de un árbol, otras simplemente yacían en el suelo al lado del camino.

Iban corriendo tan rápido como podían, estaban cansadas y les dolían las piernas, pero solo les quedaban dos puntos para llegar a la meta cuando, de repente, se encontraron en una bifurcación y pararon en seco.

Quién iba a creer que sería un asesinoWhere stories live. Discover now