Mi cruel mundo.

15.7K 878 114
                                    

Vale, lo de ayer estuvo bien, estuvo genial, como casi todas las actuaciones. Me salió mejor que otras veces, incluso. Me sirvió para olvidarme de mi mundo, de mi cruel mundo, pero nada dura para siempre, y menos un baile de dos minutos. Así que hoy es lunes, vuelve el instituto, vuelven las clases, vuelven los problemas. Y cuando digo problemas me estoy refiriendo a cientos de ellos.

Con nombre y apellidos cada uno.

Entro al instituto con la mochila colgada a la espalda y abrazando mi carpeta, y, ¡oh, qué ven mis ojos! ¡Pero si es la cálida bienvenida habitual de mis queridos compañeros!

-¡Mira, es nuestra barbie bailarina!

-¡Eh, Romero! ¿Por qué no nos haces un bailecito ridículo de los tuyos?

-¿Sabes, Diana? ¡Te va muy bien ese nombre! ¡Cualquiera tendría ganas de tirarte un dardo a la cara!

-Pero ¿es que no se cansa de llevar ese estúpido moño? Le queda de pena, tía, o sea...

Apreto los dientes y acelero el paso. Como si no estuviera esperando ya esto. Llevo aguantándolo desde los nueve años, y hoy no iba a ser menos.

Aún recuerdo el curso en que empezó todo. Fue increíble cómo mi vida pasó de un extremo a otro. Y recuerdo a la persona que causó todo esto...

De hecho, ojalá pudiera decir solamente que "la recuerdo". Lo cierto es que todavía está en mi clase (¿nunca me la quitaré de encima?), y además de estar en mi clase, se encuentra ahora mismo frente a mí, acompañada de su grupito tetillasdesilicona, pintalabiosdelchino o culitosartificiales, entre muchos otros nombres muy populares... en mi mente.

-¡Eh, Didi!

Mierda, ya me vio. Empieza la fiesta. Para ellas, claro.

-¿Qué quieres esta vez? -pregunto muy seca, mirándola fijamente.

Oigo las risas de diez personas a la vez. ¿De verdad tengo tanto público? Me siento halagada. Nótese el sarcasmo.

-Ey, ey, ey... ¡tranquila, Didi! ¡Sólo quería pasar un buen rato con mi amiga del alma! -me pellizca la mejilla, y yo noto una sensación que me revuelve el estómago: pura rabia. ¿Amiga? ¿Eso qué es?

-No te atrevas a tocarme, Nayara -le digo lentamente sin dejar de mirarla a los ojos.

Las risas y el número de personas aumentan por momentos; al igual que mi rabia.

-Vaaale, cariño -me sonríe falsamente, entrecerrando los ojos-. ¿Y qué me dices de estar juntas un ratito? Como... -se acerca a mi oído y me susurra-: como en los viejos tiempos...

Me alejo bruscamente. Sé que la gente cada vez ríe más alto, pero yo cada vez los oigo más lejanos. Observo la expresión triunfante de Nayara. Cómo odio esa expresión, esos ojos achicados, esa sonrisa de suficiencia... cómo la odio.

-No te mereces ni un minuto más de mi atención.

Su sonrisa se ensancha, pero a mi ya me da igual. Me doy la vuelta y me dirijo al baño. Me meto en una cabina y cierro de un portazo. Quiero estar sola.

FríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora