Capítulo Único

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   Historia escrita en colaboración con azetab y por pedido de ella...


   Intervenir para juntar a dos personas que se gustan pero que no se animan a decirse nada, es algo que todo amigo hizo alguna vez. Más si es evidente que esas dos personas están hechas la una para la otra.

   Nunca había entendido esta “manía” que tenían algunos amigos de “entrometerse” en un asunto tan delicado como este; no era algo que yo hubiera hecho habitualmente tampoco, pero cuando una de esas personas que se gustan y no se animan a dar el primer paso es parecido a Neville Longbottom, conocido por su timidez de límites catastróficos, empiezo a entender por qué lo hacen…

   La idea se le ocurrió a Ron, una mañana en la que estando en La Madriguera en una reunión para celebrar un nuevo aniversario del fin de la guerra, vimos como Neville “huía” (no antes de ponerse de un brillante color rojo y tartamudear miserablemente) ante una simple pregunta de “¿Cómo estás, Neville?” proveniente de una risueña Luna que se había sentado junto a él en el sofá de la sala. Y esa idea inicial fue secundada rápidamente por Harry y Ginny, quienes en ese tiempo estaban organizando su boda, y por ende cruzaban esa etapa en la que, al estar enamorado, quieres que todos los que te rodean estén tan felizmente en pareja como tú. Yo, por otro lado, no estaba muy segura con esa idea, me parecía que lo mejor era dejar que Neville se moviera a su propio ritmo para acercarse a Luna; era evidente que ellos se gustaban, así que tarde o temprano terminarían por unirse sin que nadie más tuviera que intervenir.

-Al ritmo en que va, creo que más bien va a ser tarde –dijo Ron riendo, viendo al desafortunado muchacho limpiar su camisa donde se había derramado cerveza de mantequilla… al ver una sonrisa de Luna –Muy, pero muy, tarde.

   Al final, no pude más que darle la razón en ese punto. Neville lo único que se había animado a decirle a Luna era que le resultaba una chica muy bonita, y eso había sido el día de la batalla final cuando todos estaban en un ir y venir de un lado a otro, y con la posibilidad de retractarse luego en el caso de que ella no le hubiera entendido. De ese momento de gran valentía Gryffindor hacía ya tres años. Neville no estaba avanzando en lo más mínimo. Ni siquiera enfrentar a Voldemort le había costado tanto como entablar una conversación con Luna al menos una media hora seguida.

-Es evidente que necesita ayuda, Hermione –me dijo Ginny al verme dudar, animándome a unirme a ellos en esta nueva travesía para nada normal a la que estaba acostumbrada a arriesgarme con ellos.

-Y nosotros somos sus amigos, nos corresponde ayudarle –acotó Harry dándole la razón a su prometida, mientras tomaba la mano de Ginny entre las suyas.

   Y ese fue el motivo por el cual cedí…

***

   El primer paso a dar era tan sencillo como elemental: Crear una ocasión en la que se encontraran. No había problema con eso, ya que como formábamos parte del mismo grupo de amigos no sería para nada sospechoso que los invitáramos a alguna reunión o salida.

   El segundo paso no iba a ser tan sencillo como el primero: Hacer que Neville hablara con Luna. Era conocido por todos que Neville no era el más avezado en materia de iniciar una conversación, pero si a eso le sumabas que la conversación la debía tener con Luna, las cosas se volvían mil veces peor, haciendo que se pusiera tan nervioso que empezaba a tartamudear y se volvía igual de rojo que el cabello de un Weasley.

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