Tiene la obsesión de lo que es y cómo verduga de su propia alma se condena a amarle hasta el final de los tiempos, durante las vidas siguientes, y aun después de que su alma logre el descanso eterno.
Desde sus ojos esclavos destellan un amor puro y desde sus labios secos despilfarra palabras al viento que van hacia él, navegando entre constelaciones y reteniendo caricias que quiere dar al cuerpo ajeno.
Hundiéndose entre pensamientos y recuerdos que la orillan al rincón oscuro, hasta que se hace de día.
Una parte nadando entre la lluvia de sus mejillas y la otra danzando al compás del avanzar de la vida.
Caminando sola y firme entre neblina, respirando humo que emana de ella misma.
Así avanza entre la guerra, dejando una estela de luz tras ella que se agota, mientras abandona recuerdos a cada paso para aligerar la carga.
Mientras la oscuridad asecha y mientras aun ama.