Diez

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Atenea releía una y otra vez la última carta.

¿Que iba a hacer?

Claro que no lo iba a dejar plantando, pero sabía que apenas Valentín la viera se iba a confundir y no era para menos, venían siendo amigos desde aquel día en que lo puteo a más no poder.

Él la ayudo a salir de algunos ataques de ansiedad y pasaban mucho tiempo juntos, esto se estaba complicando.

Se puso un jean azul, un crop top amarillo y en sus pies unas Nike blancas, puso corrector en sus ojeras, dejo su cabello suelto y puso gloss en sus labios

Luego de bajar a recepción los nervios aumentaban, cada paso que daba la hacía temblar más, sentía que su corazón iba a salirse de su sitio.

Al llegar respiró y busco con la mirada a aquel ojiazul, observó a una persona parecida y se acercó, al posarse en frente de éste, aquel chico levanto la mirada. Sonrió con sorpresa y abrazo a Atenea.

— Que lindo encontrarte aquí. — Dijo esté. — Estoy esperando a alguien pero si querés me haces compañía. — Continuó el chico.

Atenea suspiro sintiendo que en cualquier momento se iba a desmayar.

— V-val, l-la persona a la que esperas... — Dijo pasando su mano derecha por su brazo izquierdo repetidas veces.

— Ey, tranquila. — Dijo sonriente.

Ella respiró profundamente y lo miro a los ojos.

— Esa chica soy yo. — Dijo en un susurro poco audible pero que Valentín escucho a la perfección.

— V-vos?. — Dijo esté muy confundido.

— Yo. — Le respondió.

Valentín se dejó caer en la silla, tomadose rápidamente el capuchino que había en su vaso.

— Pero no entiendo, por qué?. — Dijo el chico.

— No tengo un por qué Val, nunca me imaginé que ibas a responder mis cartas, no imaginé que te iba a cruzar ese día y mucho menos me imaginé tener una amistad con vos. — Dijo la rubia.

— ¿Por qué lo ocultaste?. — Dijo esté con su ceño fruncido.

— Porque me dio miedo a que te alejaras por el hecho de escribirte o que se yo. — Dijo la rubia.

— Se supone que éramos amigos y no confiaste en mi, Ate. — Dijo él.

La chica bajo su cabeza, tratando de ocultar las lágrimas que ahora asomaban por sus ojos.

— Flashe amistad con una persona que no afronta sus actos ¿a vos te parece que eso esté bien?. — Dijo el castaño. — Me mentiste en la cara, mirándome a los ojos.

— Y-yo lo lamento Val, no quería que te alejaras como todos los demás y realmente siento decepcionarte. — Dijo ella ahogando un sollozo, se levantó de la mesa y salió del establecimiento dirigiéndose a su casa, donde pensaba esconderse por el resto de su vida.

Se encerró en su habitación, abrazada a una almohada mientras que las lágrimas corrían sin parar.

" Malditas cartas"

Repetía en su mente, nunca se imaginó que esto le haría daño.

Valentín por su parte estaba caminando a su casa mientras que reflexionaba en cada una de las palabras que por su boca salieron.

Estaba muy dolido, pero aún así no podía permitir que la rubia se alejara de él y tenía el modo perfecto para pedirle perdón por ser tan gil.

Pidió ayuda a su hermano y él acompañamiento de Tadeo.

En la noche salieron rumbo a la casa de la chica.

Una melodía tranquila tocaba Manuel.

"Me gusta todo lo que sos, y un poco más
El barrio queda sin luz cuándo no estás
Las caras cambian todas cuando vos llegas
Lo noche te sigue mientras vos girás
Acá todas mueren por verte fumar
Tu magia está cerca y protege el lugar
Ahí voy a querer estar, donde tu risa me saque a bailar.

Comprensión bendita, un par de dilemas
Humanidad maldita, cuerpo que tirita
Mirada que desvela, de esas que te hielan
Gratitu' infinita, noches sin estrellas
O con miles de ellas, alma dinamita
Voces en la cripta, felicidad compleja
Una espera escrita, angustias bellas
Onomatopeya, río que se agita
Una luz interna, fuego que habilita
Lágrima que quema, protección eterna
Un amor que grita.

Cada vez que yo no me encuentro en mí, eh
Voy a vos para revivir, eh
Yo voy a estar ahí, yeh
Siempre podés venir."

Improviso Valentín, la rubia lloraba detrás de la puerta.

Manuel y Tadeo se encerraron en su casa, mientras que Valentín esperaba a la chica.

Está abrió la puerta despacio acomodando algunos mechones de cabello detrás de su oreja.

Valentín trago saliva un poco fuerte, no sabía que decir.

— Perdón. — Dijeron ambos.

Valentín se aferró a la rubia en un abrazo fuerte, tratando de arreglar algunos de sus actos, ella correspondió este abrazo, hundiendo su cara en el pecho del castaño.

[...]

Desde aquel día se volvieron inseparables, Atenea y Valentín se volvieron pareja. La pareja más envidiada de todas.

Ahora estaban en cuarentena, un estúpido virus como todos decían hizo que nadie pudiera salir de sus casas.

Pero para esta pareja fue algo increíble, ya que como Valentín era un cantante bastante reconocido tenía que estar viajando constantemente, esto lo frustraba ya que no podía compartir tanto tiempo con su novia.

Si, de vez en cuando tenían uno que otro problema como en toda relación. Pero el enojo no duraba más de dos días.

Valentín tenía preparada una sorpresa para su novia y sus fans. Un EP con cuatro canciones en las que ha estado trabajando muchísimo.

Hoy era la tan esperada fecha de estreno, Tres Puntos suspensivos estaba a tan solo 10 minutos de ser escuchado por el mundo.

Atenea estaba en su departamento y Valentín en el estudio con Evlay, sus padres, su hermano y sus mejores amigos.

La rubia esperaba atenta el EP de su novio, no sabía absolutamente nada sobre las canciones y eso la hacía temblar.

Más wosista que persona. Pensó para luego reír.

Ojeras negras, fue la que encabezaba en el EP.

Alma dinamita, fue la siguiente, la rubia no sabía que hacer, lloraba de emoción y felicidad. Se había ganado el cielo con Valentín.

40, fue la siguiente en reproducirse, ahí salto, se descontrolo y hasta se tiro al piso.

Y por último pero no menos importante, Algo del vacío.

Valentín siempre tuvo el poder de hacerla sentir mil cosas a través de su música.

Poco después, asimiló todo lo que había sucedido y se dispuso a escribir, ella también tenía una sorpresa para él.

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En el próximo nos despedimos de estos chikitos.

𝙲𝚊𝚛𝚝𝚊𝚜 𝚙𝚊𝚛𝚊 𝚟𝚘𝚜, 𝚖𝚒 𝚊𝚖𝚘𝚛. ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora