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Un par de días le bastaron a su brazo para sanar en su totalidad, aunque se le dio una semana de permiso por ordenes de su superior. Una de esas noches acudió al bar mas cercano a Camp Leigh, donde los soldados solían reunirse para beber una cerveza luego de un día cansado.
Steve se dedicó a escuchar el partido en la radio, mientras tomaba una cerveza en la soledad de la barra. Era una buena temporada para los Dodgers y eso a Steve lo hacía sentir optimista de que su equipo ganara el campeonato ese año; de pronto llegó a sus oídos algunas burlas que le hicieron destruir la botella entre su palma, hasta clavarse partes del vidrio grueso en la carne tierna.
—Se los digo, Rumlow estuvo en esa fiesta... la hija del Coronel es una fichita y estaba follándose al Capitán bailables entre los árboles cuando él los encontró... y dijo que le culparon a él, diciendo que intentó violar a la chica esa, para tapar el hecho de que es una cualquiera...
—Capitán, espere, le daré servilletas para limpiarse— Le dijo el barman, que sorprendido vió como el hombre frente a él, dejaba los vidrios sobre la barra y se sacaba los que se habían quedado enterrados en su palma, de camino a una de las mesas en la parte posterior del local.
Rogers no esperó una burla más, para levantar al tipo por la chaqueta del ejército y proceder a impactar su misma mano herida en puño contra la mejilla del contrario. El hombre cayó al piso, atontado sin entender que había sucedido y cuando fue levantado por quien le golpeó, entendió porqué el ataque. Se encogió de dolor, esperando que el rubio siguiera golpeándole, pero por el contrario fue lanzado contra el suelo con fuerza.
—Que sea la última vez que habla así de una señorita respetable, pedazo de basura. Rumlow es un delincuente y va a pagar por lo que hizo. Adviértale a su amigo que no solo la policía está tras él ahora.
Fueron las únicas palabras que dijo el Capitán, antes de pasar a la barra a liquidar su cuenta y salir del bar con un portazo que hizo a todos los ocupantes del establecimiento salir del shock del enfrentamiento que pensaban había salido de la nada.
Steve sentía la ira recorrerle las venas, un momento más ahí dentro y hubiese matado al tipo ese con sus propias manos. No era que le molestara lo que dijeran de él, estaba acostumbrado a recibir burlas desde niño, pero no tenían porque meterse con esa chica... su único crimen había sido enamorarse de un patán y pedir que la respetara; Sabía de sobra que su deber era acudir con el Coronel y explicar lo que había sucedido para no dejar espacio a dudas.
Esa noche de la fiesta en la residencia de los Philips, entró buscando auxilio para la mujer que cargaba inconsciente entre sus brazos e inmediatamente se pidió a los invitados que abandonaran el lugar, para dar privacidad a la familia; Carter y Stark se encargaron de despedir a los desconocidos, asegurándoles que todo estaría bien, que solo había sido un pequeño accidente en el jardín.
