LA APUESTA | DISPONIBLE EN LIBRERÍAS |

Capítulo I

―¿Lo harás? ―pregunta Bruno.

― No lo sé chicos ―miro un momento a Claudia quien se encuentra en un banco leyendo.

― ¡Eres un cobarde! ―exclama Franco.

― Puedo ser cualquier cosa, mujeriego, vanidoso, pero no sé… esto va a otro nivel.
Hugo me mira. 

― ¿Ni siquiera si aumento la apuesta? ―lo miro sin entender.

― ¿A qué te refieres? 

― ¿Qué tal si Verónica entra en la apuesta?

¡Mierda! Él sabe cuanto amo a ese coche. Miro por última vez a Claudia. ¿Qué tan difícil sería? 

― Esta bien ―suspiro Javier―. Acepto. 

― Recuerda, enamorar a la fea hasta el baile de graduación, sin sentimientos de parte tuyo
―asiento―. Comienzas mañana.

Estos tres se miran sonriendo para luego dirigirse a la cancha del instituto. Suspiro. ¿Esto es una buena idea? ¡Je! Pues claro que no. Esto no es un juego en donde si mueres no te preocupas una mierdad porque sabes que tienes vidas infinitas… Claudia no tendrá eso ni por asomo. De eso me encargaré personalmente, pienso ganar a Verónica, cuente lo que cueste.

《....》
Me encuentro leyendo en mi famoso banco. El solitario banco, igual que la persona que planta su culo en él. Muchas personas entre ellas populares, me molestan ¿ya os imagináis el por qué? ¡Ding, ding, ding! Acertado. Me gustaría que me valorarán por lo que soy y no por mi aspecto físico, pero son todos unos come mierdas. A donde va la más grande, el resto la siguen sin dudar.

Hace rato que siento la mirada de alguien, al principio pensé que sería Cristian mi mejor y único amigo, pero el ya se hubiera acercado.

Miro mi reloj, quedan unos minutos para las clases de matemáticas, una de las muchas asignaturas que me tocan con Cristian. Me levanto lista para las burlas, cojo mi libro y la mochila y empiezo a caminar. 

Lo de siempre; apodos, miraditas, risas, bolas de papel… aduras penas llego y me siento, no muy lejos de la pizarra pero tampoco muy atrás. Agarro mi libro para empezar a leer de nuevo. Escucho como ocupan la silla de al lado, levanto la mirada pensando que es Cristian, pero vaya sorpresa más desagradable me llevo.