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6 de junio del 2009.

–Nathalia espérame —exijo a la hermosa pelinegra que llego adelante.

–Camina rápido que tenemos que llegar rápido, estoy que me hago encima pis.

–Yo no te invité al gimnasio conmigo.

–Quería ser una buena amiga —me muestra su dedo del medio sin mirar atrás.

Luego de 3 horas en el gimnasio Nathalia llegó a buscarme, vino tentándome y buscando la forma de que comiera papas fritas con ella. Me negué rotundamente, no hago ejercicio 5 veces a la semana para nada.

Desde que empecé a salir con Lucas hace dos años, algo en mi dijo que me pusiera bonita, no es que por ser gorda era fea. Solo no me sentía bien conmigo misma.

Trabaje dia a dia en mi sobrepeso hasta el dia de hoy, no porque me dijeran que era fea o gorda, si no porque queria sentirme bien y cumplir esa meta que me habia puesto a conseguir.

Sigo cantando en la misma plaza todos los dias, cada vez hay más y más gente que ama lo que hago ahi, con solo esas propinas he podido comprar una nevera nueva. Mi nevera.

Además no solo mi voz cambio cuando me desarrolle, si no mi cuerpo cambio rápidamente, al desarrollarme a mis 15 años salieron todas esas curvas que vienen de mi escultural madre; y el ejercicio me ayudó mucho. Ademas que mi autoestima esta por los cielos, me siento una chica empoderada y fabulosa.

Nathalia también es muy buena para subir el ego.

Ya no me siento la niña de hace años que lloraba desconsoladamente porque pensaba que no iba a ser suficiente para nadie, si no lo era para mi misma no iba a esperar eso de nadie.

Nunca lloré por bullying, en los pasillos nunca se vio eso en mi instituto, cero brabucones o niñas mimadas. Lo unico que se vivia era el chisme, podia escuchar a mis espaldas que la ropa no me quedaba bien solo porque estaba gorda.

Ignorantes.

Puedo ver mi casa desde lo lejos, mantengo mi vista en ella, y por costumbre miro la de mi vecina, la señora Klara. 

Klara para es como una segunda madre para mi, no solo me abrazo y me dio palabras de aliento cuando mi madre engaño a mi padre, hablo conmigo cuando empece a ver a mi madre con muchos hombres. También estuvo cuando empece a cantar en la plaza, fue a la primera que le conté de Lucas. Ella ha sido lo mejor para mi. Lo que no me dio mi madre, me lo dio Klara. Tiene 41 años, una mujer un poco mayor para ser mi amiga según los vecinos, pero es la mejor en todo, cocinar, limpiar, dar consejos, moda, música. Compartimos el amor por cantar.

Es mi madre del sueño.

Su esposo murió tres meses antes de mi cumpleaños numero 5. Pero desde ese día según Klara, no ha llorado, su esposo lo hacia mucho por el cáncer que consumía su estomago. Le dijo que fuera feliz y que nunca llorara, porque se veía fea haciéndolo. Buenas palabras señor Doglas. Sufrio tanto por meses, hasta que le llego una pequeña con una carta a su puerta con una gran sonrisa.

Señora Klara quiero verla sonreír, se me muy linda haciéndolo. Venga a mi casa que mi papi me compro unas galletas.

la quiere lila, su vecina.

–¡KLARA TE AMO! —grito cuando estoy cerca de su puerta.

–¡YO TAMBIEN KLARA!—grita Natalia a mi lado. Muy cerca de mi oido.

–Callate ridicula.

TransparenteWhere stories live. Discover now