El último acto

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Sir Gerald no paraba de revisar su reloj. Apenas faltaban unos minutos para las once de la noche, el evento estaba a punto de comenzar. Todo el mundo estaría en sus posiciones para comenzar a su señal.

Era necesario que Elise estuviera preparada. Ser vista en toda la plaza era el primer paso y debía ser exitoso, por eso Sir Gerald encargó un exquisito vestido rojo hecho a medida al mejor sastre de toda la ciudad.

En ese instante, una hermosa dama vestida de rojo bajó del carruaje que paró frente al teatro, atrayendo casi instantáneamente las miradas de todos.

Sir Gerald suspiró aliviado con un gesto galante para pedir su mano, el plan comenzaba.

Tras un minuto entre saludos a conocidos, de pronto una luz cegadora iluminó la entrada al teatro, seguido de una tremenda explosión.

Todos los presentes miraron despavoridos aquella bola de llamas, era la segunda fase del plan. Reaccionando según lo previsto, un par de hombres intentaron detener a Sir Gerald diciendo que podría morir, y este, excusándose en posibles personas atrapadas, corrió rápidamente al interior.

Como estaba previsto, la galería principal estaba completamente destruida, solo quedaba un pequeño hueco en un pasillo lateral convenientemente abierto para acceder al patio.

Cuando accedió pudo ver su objetivo, la soprano desmayada en el escenario por el humo del incendio. En unas pocas y amplias zancadas llegó al escenario y se plantó frente a la mujer. La observó durante unos instantes, vislumbrando el premio que llevaba tanto tiempo buscando, un zafiro engarzado en un anillo de oro.

Aquella joya era la culminación de un plan de varios años, así que no lo pensó y se lo arrebató al instante. Ahora tocaba salir corriendo, sin levantar sospechas del atentado, ya habría tiempo de disfrutar de la victoria.

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