Capítulo 40: Revelaciones

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Taalia y Darla daban saltitos mientras cantaban una canción.

No fue hasta que el golpe en el hombro derecho de Darla, hizó que ambas estuvieran asustadas. Taalia encontró una pequeña piedra cerca, al dirigir su mirada en dirección de dónde vino la piedra, encontró la causa. Un niño con una resortera les apuntaba para lanzarles otra piedra.

Darla parecía muy asustada, solo con echarle un vistazo al niño, se podía decir que era pobre y esas personas odiaban tanto a la nobleza que se saben que son capaces de hacer mucho daño.

— Taalia, regresemos.

— No — dió unos pasos al frente — No me iré hasta que ese niño se disculpe contigo — lo dijó en voz alta, para que el propio infante que estaba atacandolas, la oyera.

El niño pareció enfadado por esto, por lo que no dudo y lanzó el siguiente proyectil, le dió a Taalia justo en la frente. Las lágrimas se amontonaron, para su suerte solo le quedó una pequeña marca roja, ella acaricio la parte enrojecida. Ahora sí, Taalia estaba enfadada, camino hacia donde estaba el niño y le lanzó una bofetada, que si bien no era dolorosa, era sorpresiva.

— ¡Oye! ¡No te han enseñado que debes respetar a las damas! — gritó furiosa.

La madre del niño, apareció en el momento, había salidó a comprar unas medicinas y cuando regreso no encontró a su hijo, mientras lo buscaba vio toda la escena. Se acercó corriendo y tomó al niño en brazos.

— Señorita, perdone a mi hijo, se lo ruego — estaba por postrarse ante ella.

Tal vez podría verse extraña e incluso estúpida está escena, un adulto arrodillándose ante un niño, pero la sociedad era así, el castigo para aquellos que insultaran a quienes tenían dinero, no sería nada simple.

— Solo quiero que tú hijo se disculpe con mi amiga y conmigo.

El niño se negó a hacerlo, al menos hasta que su madre le lanzó una mirada que le decía que no saldría bien librado de esta.

— Lo lamento — se inclinó brevemente.

Taalia estaba más calmada está vez, le sonrió a Darla y caminó de regreso dónde esperaba la niñera, ya no tenía ganas de seguir jugando fuera.

— ¿De verdad soy tu amiga? — preguntó Darla con algo de incertidumbre, hasta ahora ninguna de las dos había mencionado el tema, por lo que igual estaba algo ansiosa.

— Lo eres — respondió Taalia sin dudar — Eres mi amiga, Darla.

(...)

— ¡Oh! Esas muñecas se parecen a nosotras — Taalia dijo emocionada, se acercó al vitral mientras jalaba de la mano a su amiga.

Ella también observó hacía el punto del que Taalia hablaba, era una jugueteria y le costó un poco encontrar a lo que su compañera estaba se refería; en el interior de la tienda, rodeadas de muchos peluches, las encontró.

Dos bonitas muñecas que estaban tomadas de la mano. Una de ellas tenía la piel blanca casi como la nieve, cabello color cobrizo y ojos castaños, llevaba un vestido rosa, justo como el que Taalia utilizaba ese día, la otra muñeca tenía la piel un poco más rosada, su cabello era negro y sus ojos eran grises, estaba bellamente decorada con un vestido amarillo y un sombrero, la coincidencia era increíble, pues ese día, el atuendo de Darla era de tonalidades amarillas.

Tentaciones Where stories live. Discover now