- ¿Y si nos llaman la atención?

- Por dios Evangeline, deja de pensar tanto y diviértete. ¿O prefieres encerrarte en tu habitación para contar el gotelé de las paredes?

- Había quedado en hacer una videollamada con Louis – aunque había venido a verme el día anterior, ya echaba de menos ver su cara.

- ¿Qué más te da hacerla ahora que más tarde? – me quedé mirando su mano que aun estaba tendida y acabé tomándola - ¿Tan complicado era aceptar?

- Cierra la boca antes de que me arrepienta.

Caminamos con cuidado de que nadie se diera cuenta de que estábamos yendo en dirección contraria a las habitaciones, aunque realmente ni siquiera sé a dónde nos dirigimos.

Llegamos hasta una puerta detrás de la cual había únicamente escaleras. Seguí a Cayden sin que nuestras manos se soltaran y a pesar de que eran bastantes pisos, conseguimos llegar hasta la última puerta. El aire de la calle acarició mi rostro nada más cruzar la puerta.

- No sabía de la existencia de esta azotea – me quedé asombrada por las vistas tan maravillosas que había de todo Doncaster - ¿Cómo descubriste este sitio?

- Cuando estás encerrado aquí por casi un año, acabas conociendo cada rincón de este maldito hospital.

Cayden se aproximó hacia el muro para inclinarse y acto seguido sentarse con las piernas colgando hacia el vacío. Me limité a observarle sin saber qué hacer porque tenía algo de pánico a las alturas.

- Si no miras hacia abajo, parecerá que estás en tierra – me pilló desprevenida que hubiera leído mis pensamientos.

Fui hasta donde él se encontraba y con su ayuda pude sentarme justo a su lado. Me di cuenta de lo alto que era el edificio y entré en pánico, pero su mano en mi muslo impidió que bajara de allí.

- ¿Escuchas eso? – le miré extrañada porque no se escuchaba nada – Exacto. El silencio. Es el único sitio en el que puedo encontrar paz mental.

- Pensaba que no había nada que te preocupara – por lo que mostraba era un chico demasiado despreocupado y siempre estaba de buen humor, así que no le imaginaba de otra manera.

- Intento estar bien, pero siempre se repiten las mismas preguntas en mi cabeza.

- ¿Y puedo saber cuáles son esas preguntas?

- ¿Por qué a mí? ¿Por qué cuando mi vida marchaba bien todo se fue a la mierda? – era la misma pregunta que me hacía yo continuamente, pero no lograba encontrar una buena respuesta.

- Pensamos que la vida es una línea recta, pero no es así. Creo que todo sucede para hacernos más fuertes, para ver la vida desde otra perspectiva y poder apreciar todo lo que tenemos y no queremos perder.

- Te haces fuerte solo al principio porque cuando te dicen que esto continúa ahí, todo se viene abajo – su intensa mirada se encontraba puesta en el cielo – Y entonces me pregunto, ¿será que ya habré vivido todo lo que tenía que vivir?

- No digas tonterías Cayden, todavía te queda mucho que experimentar por delante. Estoy segura de que, en unos años, nos estaremos riendo de esto.

- ¿Tú dónde te ves en unos años? – ni yo misma lo sabía porque no me gustaba tener planificada mi vida.

- En cualquier ciudad del mundo trabajando. No sé dónde, pero sí que me encantaría vivir en otra ciudad por un tiempo.

- ¿Con Louis? – ahí estaba mi mayor miedo porque él probablemente acabe viajando por todo el mundo dando conciertos, mientras que yo no podré seguirle el ritmo.

- Espero que sí. ¿Y tú Cayden? ¿Cómo te ves en unos años?

- Muerto – su brusquedad al pronunciarlo me congeló – No sé si este maldito cáncer me llegará a matar literalmente, pero si sé que está matando al alma que habitaba antes dentro de mí.

- El cáncer puede robar una parte de nosotros, pero la fortaleza de nuestra alma es mucho más. Así que deja de verlo como si fuera el fin del mundo porque desde que te conocí me has demostrado que no va a poder con nosotros. Vamos a salir de aquí como que me llamo Evangeline.

- Tus padres no te querían mucho, ¿no? – le miré extrañada – Lo digo por el nombre tan horroroso que escogieron para ponerte.

- ¡Oh dios! ¡Eres insoportable! – le intenté golpear en el hombro, pero su mano me tomó de la muñeca para impedirlo.

- Menos mal que el nombre no acompaña a esa carita – su otra mano acarició suavemente mi mejilla y cerré los ojos para disfrutar de su tacto – Louis tiene mucha suerte de tenerte.

- Yo también tengo mucha suerte de tenerle a él – le regalé mi mejor sonrisa, pero estaba empezando a ponerme nerviosa por su cercanía – Creo que será mejor que me vaya ya antes de que se acueste.

Me giré hacia la superficie con cuidado de no caerme ni mirar hacia abajo y me despedí de Cayden con un simple gesto con la mano.

Intenté llegar a mi habitación sin que nadie me viera y para mi buena suerte, lo conseguí. Tomé mi teléfono móvil, que había dejado cargando, y pude ver la cantidad de llamadas perdidas que tenía de Louis. Probablemente esté echando humos ahora mismo, así que busqué su nombre en FaceTime y a los pocos segundos pude ver su cara de pocos amigos.

- ¿Dónde estabas metida? ¡Pensaba que te había pasado algo! – su preocupación me enterneció – Porque no te ha pasado nada, ¿verdad?

- Lo siento Louis, he estado hablando con Cayden y hemos perdido la noción del tiempo – vi cómo sus cejas se alzaban lentamente – Recalco que sólo estábamos hablando.

- Ese tío no me da buena espina.

- A ti no te da buena espina ningún chico que se acerque a hablar conmigo – me crucé de brazos porque sus celos a veces me sacaban de quicio.

- Es que con todas las chicas que hay en el hospital, ¿no puedes hacerte amiga de alguna de ellas?

- Louis, no estoy de humor para que vengas ahora con tus estúpidos celos, así que si lo prefieres hablamos mañana. Descansa.

No le doy tiempo a contestarme porque colgué la llamada. Últimamente me encontraba demasiado cansada tanto física como mentalmente y había ciertas cosas que no era capaz de soportar como que Louis no aceptara que podía tener amigos varones.

Mi móvil sonó indicándome que tenía un mensaje, así que lo tomé pensando que sería de Louis para disculparse, pero estaba muy equivocada.

¿Has dormido alguna vez bajo las estrellas? - Cayden

Antes de que pudiera escribir una respuesta, me llegó otro mensaje de él.

Ábreme la puerta, por favor - Cayden

Me levanté de la cama con el corazón latiendo a una velocidad incontrolable y no me gustaba esa sensación. Quité el seguro y pude ver a Cayden con unas sábanas y unas mantas en sus brazos.

- ¿Te apetece pasar la noche en la azotea? – una perfecta sonrisa hizo presencia en su rostro – Te prometo que estaríamos de vuelta antes de la hora del desayuno.

- ¿No crees que podríamos resfriarnos durmiendo en la calle?

- ¡Hace una temperatura excelente! – sin permiso, entró a mi cuarto para tomar las sábanas de mi cama - ¡Pongámonos en marcha!

- Sigo pensando que estás loco – le seguí porque en el fondo me apetecía hacer algo diferente por una noche – Espero no despertar mañana con la espalda hecha un Cristo por dormir en el suelo.

- Tranquila rubia, hay una zona en la que hay un poco de césped, así que ahí estaremos más cómodos.

Llegamos nuevamente a la azotea y Cayden se ocupó de extender las mantas en el suelo para tumbarnos sobre ellas. Me tumbé a su lado creando un espacio considerable entre nuestros cuerpos y me limité a disfrutar de las estrellas que nos alumbraban. Aunque podía sentir que su mirada no estaba puesta en el mismo sitio que yo.

TROUBLEWhere stories live. Discover now