—Está bien lo haremos —declaró Avery.

Aunque algunos pensaban que era una mala idea, no dijeron nada. Solo observaron como la joven sacaba otro rectángulo similar al del vehículo y lo puso sobre el agua. Este creció hasta ser una embarcación lo suficientemente grande para llevarlos a todos.

—No preguntare como sabían que teníamos esto —dijo Levi mirando a Kuger—. Enserio deberías ser más abierto con la información.

Una vez estuvieron a bordo Sarah se sentó al lado de la pantera. Acaricio su lomo distraídamente, este ronroneó. Estuvieron en silencio un rato contemplado como se internaban en el mar.

—¿Sabes? —dijo—. No soy una estúpida.

Este volteó a verla.

—En mi tierra nos llaman genios, científicos específicamente —aclaró—. No tendría que ser uno para notar que no eres un Kayhe, jamás te dirigiste a la reina como tuya.

—Tardaste en decirlo

—Tampoco eres como ellos, físicamente —añadió—. Aunque se parecen tú tienes un aire diferente.

—Sí.

—¿Por qué no nos dijiste que eras un Lekh?

—Era obvio.

Ella asintió.

—¿Qué es lo que les diferencia de los Kayhe?

—Ya lo sabrás —evadió.

En ese momento pudieron observar como los remolinos se corrían abriendo el espacio justo para que pasaran sin ser absorbidos.

—¿Para qué son estas defensas? —preguntó Avery llegando al otro lado de Kuger.

A lo lejos Levi observaba el mar sin perder detalle de la conversación.

—Para evitar que otros viajeros lleguen al corazón de la dimensión.

—Supongo que las barreras son suficientes para retener a las otras especies del lugar.

—Supones bien.

—¿A qué se refieren? —La pelinegra estaba confundida.

La castaña suspiró.

—Ninguna especie puede salir de su territorio sin permiso de los lideres Lekh

—¿Por qué?

—Para mantener el orden, igual no es algo que ellos quieran hacer —explicó el animal.

—Yo no aceptaría algo así, los limitan. ¿No te sentirías frustrado al saber que no puedes explorar tu dimensión? —Cuando esa pregunta salió de los labios de la informática se arrepintió—. Lo siento.

Sarah negó con la cabeza.

—No te preocupes, en la isla decidimos que era mejor no salir de ella. Ese el trabajo de los reclutadores.

Avery negó, para ella era común querer saber más, todo de ser posible. A veces olvidaba que había gente feliz con lo que hacía, no poseía esa curiosidad que ella tenía, comprendió que los habitantes de Ruh estaban de acuerdo con el funcionamiento de las barreras, ellos decidieron su tipo de vida.

Simplemente comprendió que no todos querían saber lo que pasaba más allá de su cotidianeidad y eso estaba bien. Si todos fueran como ella, con esa hambre de conocimiento por el mundo, sería un grave problema para los altos mandos.

Pasadas las horas, casi al anochecer, lograron divisar tierra firme. La noche en el territorio Lekh era roja con una luna blanca iluminando el camino.

Isla ApiWhere stories live. Discover now