Coexistir

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Yo siempre lo he llamado silencio, pero una madrugada, de casualidad, días antes de declarar que me gustabas y que aceptaras salir conmigo, nos encontramos en mi habitación a las dos de la madrugada con insomnio. Todas las luces estaban apagadas y tú revisabas twitter en tu celular, mientras yo descansaba a tu lado y solo veía las publicaciones.

Así fue cómo pasó; empezamos a hablar al respecto.

—¿No quieres hablar de algo? —pregunté muy suavemente, porque estábamos muy cerca.

—¿Por qué?... ¿sobre qué? —respondiste con un tono que sonaba desinteresado aunque no lo fuera en realidad.

—Sobre lo que sea ¿no crees que estamos muy silenciosos?

—No.

Ese «No» sonó a «obviamente no, por supuesto que no» y a mi no me gustaba cuando tus palabras me sonaban a algo más, porque eso significaba que yo no me resistiría a empezar una conversación profunda que no sabría sobrellevar para nada.

Eso hice, eso sigo haciendo.

—Taehyun, no hemos dicho nada desde las diez, han pasado casi cuatro horas.

—¿Y eso te parece malo?

—Demasiado silencio —declaré cerrando mis ojos y suspirando.

—Yo te escucho respirar —comentaste sin más, y yo trate de no frustrarme.

Adelanto, no lo logré.

—Sabes a qué me refiero, el silencio es incomodo —pero obviamente para ti no lo era, yo sabía que te gustaba el silencio, lo , solo quería hacerte entender mi percepción y que habláramos de algo porque yo lo pedí.

—Beomgyu —por fin dejaste el teléfono y me miraste, alumbrando el techo con la pantalla—. Me gusta coexistir contigo —soltaste en un murmullo, tu nariz dándome un beso esquimal.

—Ya empezaste con tus cosas raras.

—No son cosas raras —te reíste— se trata de mi eligiendo existir solo contigo en vez de con otra persona, de las mil que hay en este planeta.

—¿Vez? Eso no tiene sentido —bufé.

—Solo escúchame.

—Okay —acepté exasperado.

Me abrazaste y dejaste un beso en mi frente. Siempre haces eso cuando empiezo a cansarme de tu siendo muy existencial.

—En este momento existimos con muchas personas: con tus padres en la otra habitación, con los vecinos, con todos los habitantes de Corea, y también con todos lo habitantes de la tierra. Entonces yo, desde que decidí quedarme en tu casa, elegí coexistir únicamente contigo.

—Y con tu celular —te interrumpí, tú dejaste otro beso en mi frente para que me callara.

—No, mi celular es el catalizador del ambiente —continuaste—. Coexistir los dos en esta habitación es lo que llevamos haciendo las últimas cuatro horas. Sí, no hablamos, pero eso no significa que estemos desconectados, todo lo contrario, el silencio me hace ser más consciente de que estás conmigo; escucho tu respiración, siento tu pulso, y el calor de tu cuerpo.

Tu voz sonaba demasiado dulce, me estaba quedando dormido escuchándote decir cosas tan bonitas tan cerca de mi oído. Mientras me hablabas me concentre en esas cosas; tu respiración, tu pulso, el calor que me transfería con tu cuerpo. Pero también noté otras cosas. Sentí la textura de las sabanas, la temperatura de la habitación, el movimiento de la cortina.

Antes de quedarme dormido —y discúlpame por ello— pensé que yo ya no estaba coexistiendo solo contigo, sino que empecé a coexistir con muchas cosas más. No pude evitar tener cierto sentimiento de enojo, porque me di cuenta de que cada vez que estábamos juntos tu decidías coexistir conmigo y yo nunca lo noté, nunca fui consciente de cuanto me tienes en cuenta.

Es tan difícil ser tu novio. Siempre cuidando que no notes como se me corta la respiración admirándote, el latido descompasado de mi corazón, y todo lo demás que aún no me cuentas.

Demasiado listo. | taegyuWhere stories live. Discover now