Yo, seria quien pagaría.

—Si quieres podemos irnos —intente ocultar mis —Imagino que debes ir a solucionar tu problema —obligue a mis pies a moverse hasta donde estaba el auto. Él tomo mi mano deteniendo mis pasos.

—Maddison —acaricio mi mejilla —Ten la seguridad de que no existe nada más importante que tú —cerré los ojos, dejándome llevar por su toque —No me importa en absoluto el cargamento, todo eso puede esperar —me sentí miserable —Ahora que te he dejado claro todo —podía sentir sus labios cerca de los míos —¿Qué es lo que querías decirme? —abrí los ojos de golpe, encontrándome con su mirada.

—Podemos hablar más tarde —posponerlo sería lo mejor —Prefiero que vayas a solucionar los problemas que tienes, estaré más tranquila —unió sus labios a los míos.

Me estaba besando, pero mis pensamientos estaban en otro sitio. Me era difícil disfrutar su beso, cuando me sentía miserable por no decir la verdad.

Regresamos a su auto. En cuanto subimos, entrelazo su mano con la mía y comenzó a conducir sin soltarme, me sentía segura estando de esa forma con él.

El trayecto fue en completo silencio, para nada me incómodo. Al parecer ambos necesitábamos pensar.

El auto se detuvo frete a la propiedad, abrí la puerta pensando en que ambos bajaríamos, pero el me detuvo.

—Regresó por la noche, ¿te parece si te veo en tu habitación y terminamos lo que tenemos pendiente?

—Me gustaría preguntarte algo —beso el dorso de mi mano.

—Lo que quieras, preciosa.

—¿Qué pasará cuando encuentres al infiltrado? —por su reacción supe que mi pregunta le tomó por sorpresa.

—Eso es algo que no tiene porque preocuparte. Digamos que es algo que no te gustaría saber.

—Lo siento. Es solo que te vi muy molesto hace unos momentos e imagine que es algo grave lo que ocurre, me preocupa que estés bien —acomodo un mechón de cabello detrás de mi oreja.

—El ambiente en que estoy, jamás perdonamos a una traición —su mirada cambio por completo, mi estomago se revolvió —En nuestro mundo, lo peor que puede haber es un soplón. El muy imbécil no imagina con quien se metió, así que tendré que encontrarlo para darle una muerte lenta y cruel —me moví incómoda.

—Te veo más tarde —tome mi bolsa para bajar del auto, no sin antes besarlo.

—Te veo en la noche—repitió, regalándome su mejor sonrisa.

Bajé del auto sin mirar atrás, me detuve en la entrada para ver como se alejaba, seguido de alguno de sus guardias.

Jamás perdonamos una traición.

La firmeza de sus palabras, se repetían una y otra vez en mi cabeza.

El temor de lo que pudiese hacer al saber la verdad, me nublo por completo.

Tenía que pensar muy bien en las palabras correctas, confesarlo todo sería complicado, a pesar del temor por su reacción, lo haría.

Alexander sabría la verdad.

—Addy. Pensé que demorarías un par de días en regresar — dijo Mati en cuanto me vio entrando a la cocina.

—Pensé lo mismo que tú. Al parecer por mi seguridad era mejor regresar —me acomodé en uno de los bancos.

—Santo Dios, dime que no te ocurrió nada —me observo con preocupación.

—Estoy bien.

—¿Como sigue tu herida? —su mirada cayó sobre mi hombro.

En manos de la Bestia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora