1.1.1 | Caballeros y princesas

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Nota aclaratoria:

[...] (alineado a la izquierda) → Transcurso de tiempo (minutos/horas).

[...] (en el centro) → Transcurso de tiempo (días/semanas/meses/años).

_____________ → Cambio de localización (sucede de manera simultánea a los hechos expuestos en el capítulo).

      Las manecillas del reloj se posicionaron a las siete en punto de la mañana, el molesto ruido del despertador amenazó con apartarlo de su ensoñación, se aferró a ella apretando sus párpados y cubriéndose con el almohadón

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      Las manecillas del reloj se posicionaron a las siete en punto de la mañana, el molesto ruido del despertador amenazó con apartarlo de su ensoñación, se aferró a ella apretando sus párpados y cubriéndose con el almohadón.

      El infante lo aceptó, era la hora de despertar.

      Adormilado, presionó el botón ubicado en la parte trasera del artefacto. El timbre cesó y Maurice se incorporó de la cama con un abdominal. Anduvo con sus pies desnudos hasta su tocador, conectó el radio de color blanco amarillento al enchufe situado a la diestra del mueble. Giró las perillas hasta dar con su estación matutina favorita situada en la frecuencia 98.5 FM.

      Con algo de interferencia en la señal, la música empezó a sonar, "Black or White". Un éxito del noventa y uno que, a pesar de haber pasado más de un lustro, seguía reproduciéndose en las emisoras.

      Subió el volumen y caminó hacia el baño entre saltos acomodados al pegajoso ritmo. Como cada rutinaria mañana, cepilló sus dientes tras haber concretado sus necesidades fisiológicas; escupió el dentífrico y se enjuagó con agua del grifo. Con la música bailando en sus venas, se sonrió alegre en el espejo.

      Volvió a su cuarto para vestir su uniforme escolar, un conjunto rojizo con el logo de la institución siendo acompañado con pantalones grises. Eligió sus zapatos con minuciosidad, todos estaban rotos y/o desgarrados de la suela o las puntas.

      Tomó el par mejor conservado que escrutó y lo calzó. Bajó las escaleras danzando animadamente, tarareó y movió su cabeza al compás de su chiflido.

—Buenos días —saludó Bernadette.

—Buenos días, má —respondió.

     Sobre la cabeza del pequeño se postró la robusta mano de su padre, la sacudió hasta despeinarlo mínimamente, sacándole una carcajada risueña al menor.

      Su progenitor ensanchó la curva formada en sus labios y se dedicó a terminar de alimentarse. Jules lucía un impecable traje de militar con ornamentos bordados en su hombro.

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