Tormenta

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Tormenta que limpia, tormenta que sana.

Muchas veces se dice que el agua purifica, no sabría decir con exactitud si es cierto o no.

Escucho los truenos, y veo el destello de los relámpagos.

Esta noche hay tormenta.

El cielo, pareciera estar reflejando todo lo que hay dentro del interior de mi alma, clamando por salir a la luz, clamando por reflejarse en una ventana rota o en una puerta destruida.

Salgo y dejo que aquellas gotas me cubran por completo, no me importa enfermarme, no me importa nada en ese instante.

Dejo que mis prendas se vayan manchando, vayan tornándose más oscuras y pesadas.

Respiro profundo, miro mis manos, miro al cielo. Y en ese instante, mi cuerpo, mi alma y mi ser se dejan ir.

Un trueno me ayuda a darle potencia a mi voz, grito desde lo más profundo, una y otra vez.

Cierro mis puños, enterrándome las uñas en la palma de mi mano y mis gritos se unen al trueno, mientras que el relámpago danza a mi alrededor.

La sangre comienza a correr por mis manos, mezclándose con el agua que viaja bajo mis pies.

Me dejo caer de rodillas, un puño colisiona en el suelo. Hubiera sido mejor si me rompía algún nudillo, en lugar de eso, solo queda una baldosa rota en mil pedazos.

Miro al cielo y dejo que el rugido de todo mi ser se funda con aquel estruendo.

Si, esta noche... hay tormenta.

Escritos a la luz de una velaWhere stories live. Discover now