Capítulo 22 | Conflictos, escapadas y cómplices

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Parte 2

Oh, amada, disfruta de tu felicidad, porque el mal acecha entre las sombras.

***

Capítulo 22:

El regreso de Nairi causó más revuelo que su ida, pero mucho menos que su primera llegada. Corrina parecía irritada, Agnes indiferente y el resto del personal hacía como si nada fuera diferente.

Para su madre, por otro lado, el regreso de Nairi era algo de lo que necesitaban hablar.

—¿Por qué volvió?

Aurora suspiró.

—Por nosotras. Porque quiere una vida de verdad y, sabiendo todo lo que ha vivido, no la puedo juzgar. Merece algo mejor.

Leah se llevó las manos a las sienes y les dio varios círculos. Respiró profundo, abrió los ojos y miró de hito en hito a Aurora.

—Creo que no lo entiendes, no es seguro.

—No lo entiendo, ¿eh? Parece que ahora mismo no entiendo nada. No entendía por qué tenía que casarme con Felipe, por qué estaba encerrada toda mi vida, por qué me tratabas como si no me quisieras cerca. ¿Sabes qué tiene todo eso de común? Que mantuviste información lejos de mí. Que no me dijiste todo. ¿Ahora qué me ocultas?

Leah se levantó de su mecedora y caminó a Aurora, que permanecía parada cerca de la chimenea de los aposentos de su madre, manteniendo su distancia con ella. Cuando su madre se acercó, ella dio un par de pasos para atrás.

—No es lo que te oculto, sino lo que parece que prefieres ignorar. —Sacudió la cabeza. Su boca, torcida en un gesto reprobatorio, transportó a Aurora a los tiempos antes de la maldición, en el que parecía que jamás podía hacer algo de lo que su madre estuviera orgullosa—. A este punto ya debiste haber leído todo sobre los crímenes morales de las Cortes Eclesiásticas.

Claro. «Aquella mujer que practique vicio con otra mujer», bla, bla, bla.

—¿Y?

—¿Y? Si crees que por ser parte de la familia real te vas a salvar de cualquier tipo de consecuencia, estás equivocada. Quizá la Iglesia no te pueda castigar, pero todos los sacrificios que hiciste, que haces y que harás, se irán al demonio. —Juntó sus manos delante de su cara, pegándolas a su barbilla—. Hija, quiero lo mejor para ti, y seguir viendo a esa jovencita no te conviene. Decidiste casarte con Felipe para poder reinar, ¿correcto? ¿Cómo crees que la gente reaccionará si se entera que estás cometiendo adulterio con una mujer? Dos crímenes. ¿No entiendes las repercusiones de tus actos? Perderás todo el respeto de tu pueblo y no habrá forma de mantenerlos en línea.

Aurora resopló.

—¿Crees que soy tan tonta? Seré cuidadosa. Jamás arriesgaría mi futuro de una forma tan estúpida.

—Cuida tu tono, jovencita.

La ira fluía por sus venas con intensidad. La forma en la que su madre le hablaba sólo la hacía sentir mucho más coraje, muchas más ganas de huir. Las cosas no estaban saliendo como quería y, siendo sincera, ¿qué esperaba? Soñaba con pasar más tiempo con su madre y Nairi, juntas, que se llevaran bien. A pesar del tiempo, sólo quería que su mamá la viera y aprobara lo que hacía, pero todo parecía estar muy lejos de sus sueños.

—Estoy preocupada por ti, por tu futuro.

—La gente en nuestra posición tiene relaciones con otras personas todo el tiempo —dijo, recordando con claridad las palabras de Felipe—. ¿Qué, ni tú ni padre tuvieron jamás una?

La heredera durmiente: el despertar © [TERMINADA]Where stories live. Discover now