Capítulo 21 | Evasión y comunicación

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Aurora se recargó sobre su codo y puso una de sus manos sobre el brazo cubierto de Nairi, acariciándolo con el pulgar.

—Arriesgué mi vida sin pensar en las consecuencias y Yamin murió. —Resopló—. ¿Y para qué? Nada sirvió, todo fue en vano.

—¿A qué te refieres? Gracias a tu información es que descubrimos a Megaira. No fue en vano.

—¡Sí lo fue! Esa es la cosa. Todo fue para nada. —Respiró profundo—. Todo en Nestan es un desastre. Athanaric no está, pero la guerra continúa. Yamin quería terminar la guerra, pero parece que el fin está lejos.

Cerró los ojos. Todos habían fallado. Ella había fallado. Yamin había muerto en vano. Y todo era su culpa.

Aurora la abrazó y Nairi recargó su cabeza sobre su pecho.

—Perdóname por haberte echado la culpa por la muerte de Yamin. No fue justo. —No hubo respuesta—. ¿Estás enojada?

—Claro que no. Quizá no tenías razón en echarme la culpa por la muerte de Yamin, pero sí en que era egoísta, sólo pensaba en lo que yo quería. Tuvo su lado positivo, así pude mejorar. Y quizá su muerte no logró que terminara la guerra, pero sí ganó una batalla, una grande. Así funciona la guerra, y lo que hiciste fue importante. Lo que hizo Yamin, también. —Carraspeó—. Entonces, tu espalda. ¿Te recuerda a ese día?

Aurora había logrado percibir su tensión cuando tocaba su espalda. Mordió sus labios, decidiendo qué decir.

No podía saber cómo lucía, pero la tocaba de vez en cuando y sabía que estaba llena de cicatrizes. Su piel era irregular ahí donde la tortura de Athanaric había aterrizado. Si cerraba los ojos, podía recordar el dolor y la miseria que había vivido ahí, en esas horas donde deseó morir mucho más que en cualquier momento de su vida, y lo odiaba. Odiaba lo vívido que era el dolor, el miedo, la incertidumbre y la tristeza; lo fácil que eso se podía repetir si volvía a cometer un error. Seguía pensando que estar en Eadburg era peligroso: si alguien descubría que tenía una relación con la princesa heredera, estaba segura que le esperaba una larga y terrible tortura. Y estaba aterrada.

Pero, más que el dolor físico y el miedo a ser quien era, había un dolor más profundo que le recordaban esas cicatrices. Fue el mismo día que había visto morir a Yamin, y ahora tenía que vivir con el recordatorio grabado en su piel.

Asintió.

Aurora la apretó con más fuerza y besó la cima de su cabeza, entre el cabello.

—¿Quieres hablar de Yamin?

—¿Yamin?

Nairi puso distancia para ver la cara de Aurora.

—Sí, bueno, he oído que hablar de la gente que ya no está con nosotros ayuda a manejar el dolor. Pero recuerdos felices.

De esos tenía muchos. Aunque prefería tratar de volver a dormir y olvidar todo, ya lo había intentado por meses y no había servido. Tal vez intentar lo que Aurora proponía era una buena idea.

—¿Como qué?

—No sé, tu recuerdo favorito.

Casi todos los momentos con él eran felices. El día que la encontró y la llevó con él al campamento, cuando por fin se sintió parte de algo, de una familia; cuando tomaban un tiempo, lejos de las responsabilidades, para salir y acampar lejos de todos en medio del bosque... Sonrió.

—Cuando preparamos la fiesta de cumpleaños de Lanaia. Llevaba un año sin ver a sus padres, así que hicimos todo lo posible por llevarlos de Durga al campamento. Mandamos a Lanaia a una misión inventada y nos dedicamos a prepararle todo lo que ella quería. Le estábamos haciendo un pastel, pero ni él ni yo somos demasiado buenos cocinando cosas complejas, así que terminamos con casi cinco intentos de pasteles quemados.

Ese día había reído como pocas veces en su vida. Yamin y ella habían platicado por horas (quizá una de las razones por las que tantos pasteles se les quemaron) y simplemente habían vivido sin recordar que estaban en medio de una guerra, que Yamin acababa de perder a su novia, que Nairi seguía dolida por la pérdida de la suya y que todo parecía estarse yendo a la mierda. Porque ahí estaban los dos, juntos y apoyándose, pésimos en la cocina y riéndose de sus desgracias.

Al final, quizá ese era uno de los recuerdos que más atesoraría en su mente, por siempre.

Luego recordó en que ya no tendría ese tipo de vivencias con él jamás y volvió a llorar. No podía evitarlo.

—Está bien, todo está bien. —Aurora la abrazó con fuerza y, aunque todo el mundo parecía estar en su espalda, por primera vez pensó que todo era temporal. Algún día se sentiría mejor. Algún día superaría la muerte de Yamin como había superado la de Alfarr, la de su tía y sus padres antes que él.

Sólo tenía que darse tiempo.

***

¿Comentarios? ¿Qué tal su semana hasta el momento?

Nos vemos el viernes, cuando comenzaremos la segunda parte de la historia... MUAJAJAJAJA <3

La heredera durmiente: el despertar © [TERMINADA]Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα