—¿Sabes porque nos atacaron?

—No, pero Bestia y mi hermano ya están averiguando. Lo más probable es que fueran sobre mi hermano, por desgracia tu estabas con él, lo único que te puedo decir es que todo está muy raro —me quedo observándolo tratando de averiguar que quería decir —Bestia ha estado muy al pendiente de ti, jamás lo había visto de esa manera, se puso como loco. Comprenderás que a la rubia no le agrado para nada la idea de que actúe así por una empleada, yo por mi parte actuaria peor, si te soy sincero tuve miedo de perderte —acaricio mi mano —Es un alivio saber que estas bien.

Por más que intente no pensar en ello, mis pensamientos se desviaron a la forma en que Joe me sostenía entre sus brazos. Estaba cien por ciento segura de que no lo había imaginado, el me miraba con miedo, como si me fuese a perder. Después tendría que averiguar que le había ocurrido para que actuara de esa manera y más sabiendo que no me soportaba.

Había olvidado que no me encontraba sola, de no ser porque Sam rompió el silencio.

—Debes tener hambre. Iré por Mati, estoy seguro que se alegrará de saber que has despertado. Traeré algo para que puedas comer —se levantó de la cama —Es un alivio que hayas despertado, Bella durmiente —reí por su referencia.

Después de su cara de preocupación, ver que volvía a ser el mismo me hizo sentir alegría; sin esperar a que dijera algo, salió de mi habitación.

Mi cabeza aún seguía sin poder procesar lo que había ocurrido, lo que más lamentaba era que por cupa del dichoso accidente, había perdido la oportunidad de ver a Noah y dado las circunstancias estaba segura de que vendrían problemas por faltar a mi cita, esos malditos no se tentaban el corazón, no les importaría en lo más mínimo lo que me había ocurrido.

Con mucho cuidado me levante de la cama, necesitaba ir al baño.

El dolor en mi hombro no disminuía.

En cuanto estuve dentro del baño, me quedé mirando mi reflejo en el espejo, me sorprendí al verme demasiado pálida, tenía un ligero moretón cerca de mi ojo, uno que otro rasguño en el cuello. Quería ver la herida en mi hombro así que poco a poco y con mucha delicadeza me deshice de mi blusa, continúe con la venda que cubría gran parte de mi hombro.

¡Maldición! Dolía.

Una pequeña gasa cubría la pequeña marca, me deshice de ella con muchísimo cuidado, evitando causar más dolor del que sentía, el pequeño orificio aun no cicatrizaba.

Me quedé frente al espejo, reflexionando sobre lo ocurrido, pude haber muerto.

¿Qué hubiese pasado si ya no estuviera viva?

¿Qué pasaría con Noah?

¿Como podría escapar de las garras de esos desgraciados?

Sacudí mi cabeza, tratando de alejar esos pensamientos de mí, coloqué ambas manos sobre el lavamanos, sosteniéndome, para no caer; tomé mi blusa para volver a ponérmela cuando la puerta se abrió de golpe.

—¡Mierda! —dije al mismo tiempo que cubrí mi busto con la blusa.

—¿Estas bien? — dijo, no importándole que estaba prácticamente desnuda de la parte de arriba, se acercó para abrazarme.

—Aaah —me queje por la manera tan brusca de su abrazo.

—Lo siento —se separó de mi —¿Te hice daño?

Si tan solo hubiese tenido la más mínima idea del daño que me ha hecho, no hubiese hecho esa estúpida pregunta.

—Estoy bien, solo necesito un poco de privacidad —y ahí estaba su estúpida sonrisa, regresaba a ser el Marcus que creía merecerlo todo. Sus ojos bajaron a mis pechos, los cuales intente cubrir con mi mano.

En manos de la Bestia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora