👑Capítulo III👑

Depuis le début
                                    

Debía saber por qué seguía allí si me había encargado de leer aquellas palabras lo mejor posible. Cuando tuve la primera página frente a mis ojos comencé a leer el contenido de ésta una y otra vez.

Y tal como ocurrió bajo la luz de la luna, no importaba la cantidad de veces que repasara el escrito, tampoco si lo leía despacio o si le cambiaba la entonación, nada sucedía.

Me estaba agobiando y Arthur debió haberlo notado de la misma forma en que lo hizo el salvaje que se encontraba de pie al final de la escalera.

— ¿Por qué? ¿Por qué no funciona? — Susurré para mí misma.

— Deje de mentir, espía. — Su molesta voz se escuchó con fuerza.

— Púdrete. — Escupí con coraje.

Sabía que la insolencia me iba a costar, sobre todo porque me encontraba en sus tierras.

— ¿Qué dijo? — Se escuchó amenazante.

— Púdrete. — Me giré hacia él y entonces supe que no había vuelta hacia atrás. — Eso fue lo que dije.

Cuando vi que sus comisuras se elevaron lentamente fui consciente de que todas las provocaciones y amenazas habían sido para que cometiera un error y él pudiera deshacerse de mí sin tener que dar demasiadas explicaciones.

Su sonrisa era aterradora, pero dejaba ver la satisfacción que sentía en ese momento. Él estaba saboreando lo que estaba por suceder.

Era una tonta, había caído en su tela de araña.

— Soldados, llévenla al calabozo. — Como si esa situación hubiera estado planeada, dos hombres aparecieron a ambos lados y me tomaron de los brazos.

Me estaban arrastrando por el castillo sin ningún tipo de cuidado. A medida que el camino se iba iluminando por la tenue luz de las antorchas mi pulso se aceleraba.

No, eso no podía estar sucediéndome.

No, no, no.

Los latidos de mi corazón terminaron de descontrolarse cuando mi cuerpo fue arrojado al interior de una pequeña y oscura celda.

— Por favor, no me dejen aquí. — Les pedí, pero ellos simplemente cerraron la puerta y desaparecieron.

Estaba sola en un espacio pequeño y oscuro.

Aquello no podía estar pasándome, yo era claustrofóbica.

— No, no, sácame de aquí. ¡Sácame de aquí! — Comencé a gritar, pero nadie se acercaba a la celda.

El miedo estaba apoderándose de mi cuerpo.

Sentía mucho calor, podía sentir las gotas de sudor deslizándose por mi espalda y mi pecho subía y bajaba a gran velocidad, casi como si quisiera igualar los latidos acelerados de mi corazón.

Debido a la desesperación que sentía comencé a tratar de salir como me fuera posible. De hecho, estaba segura de que aquello húmedo que había en mis manos no era simplemente sudor, sino que también era sangre. Había arañado las paredes, la entrada de la celda y hasta el suelo, todo para salir de allí.

No sentía el dolor que mis acciones habían provocado y tampoco era capaz de percibir el olor de mi propia sangre. La ansiedad que sentía era tanta que comencé a sentir que en cualquier momento el oxígeno en aquel lugar se acabaría y yo iba a morir por falta de aire.

Mis intentos por regular mis respiraciones eran abruptos y fallidos, me estaba quedando sin oxígeno, lo que significaba que pronto iba a morir.

Mi pecho subía y bajaba a gran velocidad e incluso podía sentir y escuchar el desenfrenado latir de mi corazón, uno que creía que explotaría en cualquier momento. Todo daba vueltas a mi alrededor, mis ojos no eran capaces de enfocar nada y mis piernas no pudieron soportar por mucho tiempo más el peso de mi cuerpo y entonces caí al suelo mientras quedaba inconsciente.

Destino Medieval© EE #1 [En Edición]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant