Me dirigí a su cama y me senté en ella mirando hacia la ventana, y cuando mis dedos rozaron las sabanas me di cuenta de nuevo que no estaba en mi casa. Eso me hizo sentir un nudo en la garganta.

—Mi papá y yo discutimos... —confesé de la nada. Solté una respiración profunda, pero después una sonrisa se me escapo cuando sentí que Dylan se sentaba a un costado mío—Me dijo muchas cosas que no quería escuchar, el problema es que él no me escucha—gire a ver a Dylan, él estaba más que dispuesto a escucharme-...y...--

—Escapaste...

Asentí.

—Si...no quería estar ahí.—trate de sonreír para suavizar las cosas pero no me salió más que una mueca. —Pero lo que más llego a herirme fue cuando le conté todo de mí, mis secretos, mis debilidades y lo que de verdad pensaba de mi vida. Le conté que era difícil fingir estar bien cuando en realidad no lo estabas...y lo tomo como un parafraseo más. No le había contado a ningún adulto sobre mi verdadera baja, muy baja, autoestima...

—Te hare una pregunta.

—¿Es una pregunta eso?

—No—negó con la cabeza— ¿Eres feliz...o actúas como si lo fueras?

—¿De verdad te importa?...

Asintio.

—Siempre estas feliz, a mí me has demostrado que estas alegre, e incluso cuando yo no estoy de humor, vas a hablar conmigo para mejorarme el día... ¿Por qué?

Me encogí de hombros.

—Me gusta hacer sentir bien a las personas, porque a mí me gustaría que me hicieran sentir así también. —Solté un pequeño suspiro acompañado de una risa—lo siento si te falle.

—No fallaste, solo te rendiste. Honestamente, pienso que tu misma te hiciste la vida complicada.

—Bueno, pues ya que sabes mi secreto sobre mi alegría...voy a preguntarte algo yo: ¿Alguna vez has llorado porque te odias?

Dylan mantuvo sus miel en mi hasta que decidió contestar después de un minuto.

—Muchas veces. Ya no quiero hablar de eso... —asentí—¿Y tú, como te sientes?

No pude evitarlo y las lágrimas inconscientemente empezaron a salir, pero entonces sentí como sus brazos me rodeaban, y no dude en abrazarlo también.

—Será difícil el mañana. —confesé. —cuando vuelva a verlo...y mi madre también me interrogara...—suspire melancólica—en mi casa no hay más que depresión.

—Puedes quedarte el tiempo que quieras, Rebeca.

—Becky o Beca, pero no Rebeca, por favor.

—Todos te llaman así, y además, me gusta ese nombre.

Sonreí en su pecho.

—Puedes ser una buena persona cuando te lo propones, O'Brien.

—Callate...

—Gracias... —susurre.

—¿Por traerte?....después de todo es mi culpa que pase esto. —sonó molesto consigo mismo.

—Por todo, Dylan. Y no es tu culpa. —dije separándome de él para observarlo.

Él frunció el ceño y miro hacia la ventana.

—¿Acaso quieres que me sentía a gusto conmigo cuando estás aquí y alejada de tus padres por mí? —negó con la cabeza—No seas tonta, por eso no se agradece.

—Dylan...no te dije gracias para que te culparás, dije gracias porque si no fuera por ti jamás hubiera vivido de verdad.

Sus ojos encontraron los míos.

—Esto no es vida...

—Tal vez no, pero creo que es lo más cercano a ello que he logrado experimentar—sonreí—Porque si no, nunca hubiera visto las indiferencias que hay entre yo y mi padre. Así que de verdad gracias, porque tu hiciste que alguna vez en mi vida, me diera cuenta de las cosas.

Soltó un suspiro.

—De nada...aunque pienso que sigues estando loca.

—Sí, tú también.

Él rio.

—Tal vez, pero por ti.

El corazón me latió a más no poder, casi sintió que me da un paro ahí mismo.

—¿Esa es tu forma de decirme que te gusto?

Dylan solo sonrió y tomando mi mejilla se acercó a mí para juntar nuestros labios.


Creo que sí...


Intocable ➳ DO'B©Where stories live. Discover now