1- Nuevo hogar.

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Atenas estaba recogiendo sus cosas y guardándolos en las maletas que se llevaría a casa de su abuela pues por fin después de tanto tiempo accedió dejar la casa de sus padres, desde el accidente hace nueve meses no había querido dejar esa casa y no era para menos ya que la muerte de sus padres le seguía doliendo de una forma desgarradora, pero comprendió con la terapia que no se la podía pasar metida en un agujero de depresión toda su vida y que aun existían cosas bonitas por las cuales vivir, aunque ella no pudiera verlas a simple vista.

Iba a extrañar su casa, vivió en ella desde que nació y ademas de eso iba a extrañar el parque de enfrente, aunque mas que el parque era una persona que siempre pasaba a la misma hora, se sentó junto a la ventana y abrió la cortina solo un poco para poder espiar por ella como lo había estado haciendo desde que tenia quince. Puntual como siempre, el hombre de los ojos color cielo se detenía frente a su casa cada mañana para tomar un poco de agua estirarse y después seguir corriendo, Atenas se sentía como una verdadera acosadora sin embargo no podía evitarlo y hasta cierto punto el hombre le gustaba. Cabello negro un tanto ondulado, piel blanca, delgado y con hombros anchos, por las camisas que usaba se podían ver los pectorales y abdominales marcados, era simplemente perfecto para ella, lo vio seguir su rutina y después su camino haciendo que ella retomara también sus labores.

Desde el accidente habían noches de pesadillas y al despertar el insomnio se apoderaba de ella aunque no tan frecuentes como al principio, la noche anterior fue una de ellas y de ahí el motivo por el que estuviera levantada a las seis de la mañana guardando lo que le quedaba de ropa en las maletas, iba a dejar muchas cosas pero sabia que mudarse era la mejor opción para ella, bajo la ultima maleta y fue a la cocina para preparar el desayuno, el ultimo poco de leche con cereal que le quedaba.

- ¡Atenas mi amor!- Miriam llego con su energia de siempre- ¿Estas lista para irnos?- pregunto dándole un fuerte abrazo.

- Si, ya tengo mis maletas listas.- sonrió he hizo el fleco aun lado como siempre lo usaba.

- ¿Que tanto llevas criatura?- puso las manos en las caderas al ver las grandes maletas.

- Son mis libros, zapatos y ropa.- Atenas se encogió de hombros.

- No... no, no, no... si vas a venir conmigo sera solo con tus libros, ropa y zapatos lo compraremos mas tarde.- se quejo moviendo sus manos en el aire.

- Abuela, tengo mucha ropa buena y no es necesario que gastes en eso.- rodó los ojos al verla.

- ¡Te he dicho que no y no me llames abuela que me hace sentir vieja!- tomo una de las maletas con libros.

- ¿Entonces? Porque adolescente no estas.- se cruzo de brazos sonriendo.

- ¡Ay mocosa!- dio un suspiro- Vamos saca lo realmente necesario, te das una ducha cuando lleguemos a casa porque hueles a sabanas y después nos vamos al centro comercial.- sonrió divertida.

- Mejor, así nadie se me acerca.- Atenas sonrió.

- Yo deseando que encuentres un novio y mira tu con lo que sales.- reclamo sacando la maleta.

- ¡Esas cosas no sirven para nada!- le grito muy divertida.

Cargaron las maletas en el carro y emprendieron el viaje a casa de su abuela, vivía a veinte minutos de lo que ahora era su antigua casa, no había un parque pero el instituto le quedaba mucho mas cerca, al llegar bajo del auto y vio a la vecina de enfrente barriendo la acera, una señora mayor que rápidamente se acerco a Miriam para preguntar sobre su nieta, al terminar de hablar Atenas ya había bajado sus maletas y las tenia en la puerta de entrada.

- Si algún día pierdes algo en la calle, ella es una buena camara de vigilancia.- comento Miriam haciéndola reír.

- ¿Donde voy a dormir?- pregunto metiendo sus cosas.

- Segunda puerta a la derecha... sube tus cosas, báñate y si quieres comer algo la nevera esta llena.- señalo la cocina.

- ¿Donde vas?- alzo una ceja curiosa.

- A mi oficina, debo arreglar unos papeles pero a las diez ya estare desocupada y nos iremos a un sábado de chicas.- le apretó las mejillas.

- ¿Que se supone que es un sábado de chicas?- se alejo sobando sus mejillas.

- Creo que tendré que hablar con Hitch para que te saque mas seguido y que te enseñe cosas de chicas.- dio un suspiro y se fue a su oficina.

Atenas solo rodó sus ojos, si sabia lo que era un sábado de chicas sin embargo le gustaba molestar a su abuela, aun tenia hambre por tanto antes de subir a su habitación fue a la cocina para ver que había para degustar, lo primero que llamo su atención fue un bote pequeño de dulce de leche, había varios y pensó que Miriam no iba a extrañar uno. Saco su movil y le envío un mensaje a sus dos mejores amigos avisándoles que la mudanza era oficial, Hitch Carter y Adam Miller han sido sus mejores amigos desde el jardín de niños, su amiga era todo un caso; un metro sesenta y cinco con su cabello rubio casi blanco ondulado y que siempre ha usado en un corte bob, ojos color gris azulado, la forma de su rostro formaba un corazón, piel blanca y labios gruesos la hacían ver como una chica muy delicada y dulce, nada mas alejado de la realidad; es alocada, pervertida, atrevida y toda una chica mala que gusta vestir como motociclista, aparte no teme decir lo que piensa y ademas tampoco le huye a las peleas. Adam por otro lado era un chico que no aparentaba sus diecisiete años, con casi un metro ochenta era el segundo mas alto del salón, cabello castaño muy claro y lacio, ojos color ámbar, físico fornido y con buena musculatura, piel blanca y labios delgados, era considerado todo un rompe corazones entre las chicas y entre los chicos también; de personalidad divertida y muy sociable, no le gustan las peleas sin embargo es muy protector con las mujeres que quiere, es muy bromista y coqueto.

Dos verdaderos polos opuestos y en medio de ellos estaba Atenas, de apenas un metro cincuenta y ocho, con el cabello y ojos color marrón oscuro que se veian negros con las sombras, lacio y largo hasta la cintura, piel blanca, delgada aunque de caderas anchas y bonitas curvas, labios gruesos y nariz pequeña, la forma de su rostro era ovalada; era una chica que le gusta pasar desapercibida, un tanto tímida, alegre y divertida con las personas con que se siente cómoda, le gusta el orden, tiene mucha paciencia y no le gusta meterse en problemas aunque si debe defenderse sabe hacerlo bien. Su mayores pasiones son la danza y la fotografía siendo ese ultimo su pasatiempo mas divertido, desde los cinco años ha estado en una academia de danza y ha participado en muchas competencias sobre todo de ballet, todo influencia de su madre y ahora que no estaba iba a ser difícil regresar a la academia.

Atenas se distrajo un rato mensajeando con sus amigos y cuando subió sus maletas ya era un poco tarde, se metió al baño para ducharse lo mas rápido que podía y ponerse la ropa para bajar, Miriam estaba a punto de llamarla cuando la vio saltar las gradas de dos en dos.

- Te rebotan como balones y no te duelen.- comento viéndola llegar hasta ella.

- ¿Quien dijo que no? Me hubiese gustado otro tipo de herencia.- dijo viendo el pecho de su abuela.

- No me culpes solo a mi, tu madre también...- se quedo callada de inmediato- Lo siento, se que aun no lo superas.- bajo la vista.

- Descuida, no la veo pero siempre la recuerdo.- vio el anillo de su mano derecha.

Antes de morir Layla, la madre de Atenas, le dijo que llevara su anillo de compromiso, un anillo de oro rosa con diamantes y un zafiro verde azulado en el medio, una joya muy hermosa que le regalo su padre cuando le propuso matrimonio a su madre y que era el ultimo recuerdo de ellos como familia, no le gustaba llamar la atención por tanto sus joyas se limitaban a una gargantilla de plata y un par de pendientes, aunque en su oreja derecha usara un tercer arete de plata que era mas un adorno que un arete en si pues era de presión. Subieron al auto y Miriam emprendió el viaje al centro comercial, decidida a darle un cambio a la vida apagada de su nieta. 

Ojos Color Cielo.Where stories live. Discover now