Capitulo 2

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Cuando eran niños nunca tuvieron esa sensación en el estomago, algo pesado y revuelto cuando las clases estaban por empezar o antes de una presentación, esos nervios y la impaciencia por saber cómo serían las cosas en su primer día de clases, ¿nunca les sudaron las manos por algo nuevo y la incógnita de la situación?

Bueno yo me sentía así en ese momento, nunca me gusto sentir esa sensación en mi cuerpo y en todas las ocaciones siempre tuve a alguien a mi lado que me tranquilizaba, mi mamá, mis amigos, mi... Pero esta vez estaba sola en la sala de espera.

Solo llevaba unos minutos sentada en el sofá esperando a que mi nuevo jefe viniera a mi encuentro y me diera la bienvenida.

Sabía que llegaría un momento donde yo tendría que enfrentar las cosas yo sola, pero ahora que estaba por cruzar ese Puente sentía pánico.

Todo el lugar estaba limpio y refrescante, brillando e impecable, la recepción no era muy grande, solo lo necesario para que las personas que vinieran a terapia pudieran sentarse y esperar un poco aquí a que fuera su hora de pasar.

La chica de la recepción atendía algo en la computadora y no me miraba, había leído en su placa que tenía a un costado de su blusa blanca el nombre de Magenta. Era una chica de cara redonda, cabello rojizo y ojos cafés y aunque está concentrada en la computadora parece ser una buena chica, fue amigable cuando llegue y su voz fue enérgica.

Aún seguía pensando y en listado las razones por las que había decidido venir, me encontraba tan envuelta en mis pensamientos que cuando me llamaron salte del susto.

—¿Señorita Rivera?— una voz suena a mi lado y giro para ver de dónde proviene.

Un hombre está parado a un par de metros de mi, mirándome desde lo alto, el hombre es de mediana edad, lleva un traje negro, lo cual hace resaltar su cabello rubio y sus ojos azules, me mira esperando una respuesta.

—Soy yo— me levanto y le extiendo la mano.

—Sígame por favor.

Caminamos por un largo pasillo y pasamos de lado unas puertas dobles donde miro rápidamente y veo que es él área de terapia, varias personas están ahí y alcanzó a ver a un par de chicos con uniforme.

Llegamos a una pequeña oficina y me siento en una de las sillas que hay frente al escritorio.

—Señorita Rivera— dice el señor.

—Llámeme Nairel— le corrijo.

—Muy bien Señorita Nairel, soy el Señor Johnson y soy el encargado de esta clínica— asiento, eso ya lo sabia, observa un portafolio y después alza la vista hacia mi— Veo que pidió el trabajo no hace mucho.

—Solo hace unos meses atrás, me enteré del trabajo hace tanto y solo hace unos meses decidí postularme.

—De acuerdo, y también veo que tiene buenas recomendaciones de los lugares donde antes trabajaba, tiene buen historial académico, y fue de las primeras en ser seleccionada para el empleo.

Cuando metí mi solicitud para venir a trabajar al otro lado del mundo me pidieron todo tipo de cosas, como las calificaciones de cuando salí de la carrera, un documento donde decía que presentaba buena salud, varios informes de mis antiguos trabajos, y hasta un documento donde decía mi estado actual de soltería, este último me negaba a solicitarlo, pero al final lo acepte.

—¿Puedo preguntar, porque decidió venir? Cruzó al otro lado del mundo por un empleo, así que supongo que debe de tener una buena razón.

Y sí que la tenía.

Cuando el sol vuelva a salirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora