—Gracias —dijo Sirius, que lo abrió de inmediato, tomó un muslo y se puso a devorarlo sentado en el suelo de la cueva—. Me alimento sobre todo de ratas. No quiero robar demasiada comida en Hogsmeade, porque llamaría la atención.

Nos sonrió , pero aunque Harry le devolvió la sonrisa yo no pude, me dolía verlo en este estado tan deplorable.

—¿Qué haces aquí, Sirius? —le preguntó Harry.

—Cumplir con mi deber de padre y padrino—respondió , royendo el hueso de pollo de forma muy parecida a como lo habría hecho un perro

—Papá—se formó una sonrisa en su demacrado rostro cuando lo llame así—. Eso es muy dulce y se que quieres cuidar de nosotros, pero aparecerte por aquí es muy peligroso para ti.

—No te preocupes por mí: me hago pasar por un perro vagabundo de muy buenos modales.

Seguía sonriendo; pero, al ver la cara de preocupación de Harry y la mía, dijo más seriamente:

—Quiero estar cerca. Tu última carta... Bueno, digamos simplemente que cada vez me huele todo más a chamusquina. Voy recogiendo los periódicos que la gente tira, y, a juzgar por las apariencias, no soy el único que empieza a preocuparse. 

Señaló con la cabeza los amarillentos números de El Profeta que estaban en el suelo. Ron los tomó y los desplegó. 

Harry, sin embargo, siguió mirando a Sirius.

—¿Y si te atrapan? ¿Qué pasará si te descubren?

—Ustedes cuatro  y Dumbledore son los únicos por aquí que saben que soy un animago —dijo Sirius, encogiéndose de hombros y siguiendo con el pollo. Tome uno de los ejemplares de El Profeta. Eran dos: el primero llevaba el titular «La misteriosa enfermedad de Bartemius Crouch»; el segundo, «La bruja del Ministerio sigue desaparecida. El ministro de Magia se ocupa ahora personalmente del caso». Vi el artículo sobre Crouch. : «No se lo ha visto en público desde noviembre... la casa parece desierta... El Hospital San Mungo de Enfermedades y Heridas Mágicas rehúsa hacer comentarios... El Ministerio se niega a confirmar los rumores de enfermedad crítica...»

—Suena como si se estuviera muriendo —comentó Harry—. Pero no puede estar tan enfermo si se ha colado en Hogwarts...

—Mi hermano es el ayudante personal de Crouch —informó Ron a Sirius—. Dice que lo que tiene Crouch se debe al exceso de trabajo.

—Eso sí, la última vez que lo vi de cerca parecía enfermo —añadió Harry pensativamente, sin dejar el periódico—. La noche en que salió mi nombre del cáliz...

—Se está llevando su merecido por despedir a Winky —dijo Hermione con frialdad. Estaba acariciando a Buckbeak, que mascaba los huesos de pollo que Sirius iba dejando—. Apuesto a que se arrepiente de haberlo hecho. Apuesto a que ahora que ella no está para cuidarlo se da cuenta de lo que valía.

—Hermione está obsesionada con los elfos domésticos —le explicó Ron a Sirius, dirigiendo a Hermione una mirada severa. Pero Sirius parecía interesado.—¿Crouch despidió a su elfina doméstica?

—Sí, en los Mundiales de quidditch —asentí y narré rápidamente historia de la aparición de la Marca Tenebrosa y de que habíamos encontrado a Winky con la varita de Harry en la mano, y del enojo de Crouch. Papá se puso de nuevo en pie y comenzó a pasear de un lado a otro de la cueva.

—A ver si lo he entendido todo bien —dijo después de un rato, blandiendo un nuevo muslo de pollo—. Primero vieron en la tribuna principal a la elfina, que le estaba guardando un sitio a Crouch, ¿no es así?

Laila Scamander y El Torneo De Los Tres MagosWhere stories live. Discover now