Día 2: Mutual Obliviousness

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—¡Hey, hey, hey!—resuena por todo el gimnasio una vez el árbitro le da el punto al Fukurodani y todos celebran su victoria en aquel improvisado partido de práctica.

El marcador señala un 20 - 25, los del equipo contrario agradecen el recibimiento pero Bokuto solo puede pensar en buscar a Akaashi entre sus compañeros. Necesitaba decirle que sus pases fueron los mejores, que no había nadie mejor que él para puesto de co-capitán, que sin él no podrían haber ganado por más que fuera un partido no oficial.

Finalmente, sus ojos lo captan apoyado en la net. Akaashi se mostraba impasible una vez acabaron los vitoreos, pero en sus ojos había una emoción que solo él podía entender. Aquella chispa que se encendía cuando ganaban un partido, cuando su equipo lo daba todo y que no desapareció desde que se encendió cuando vió al peligris brillar con sus poderosos remates.

—AKAAAAASHI.—gritó para hacerse notar frente al ojiverde. Inconscientemente extendió los brazos pero no para saltar y mostrar alegría sino con signos de querer abrazar al chico de segundo año. Ambos se paralizan, Bokuto sin saber qué es lo que pretendía hacer y Akaashi entre desear que concretara la acción o que aquello solo fuera una ilusión.
Los sentimientos eran confusos, de repente ambos querían tanto el contacto con el otro que se sintió desconcertante.

Bokuto se acercó cuidadosamente al menor y le dió un golpe en la espalda, rudo y fuerte, como solían dárselo entre compañeros, dejando de lado aquel pequeño espacio en el tiempo donde todo se congeló y solo eran ellos dos.

—Buen partido, Bokuto-san.—la voz de Akaashi era suave, a pesar del notable cansancio. —Vamos a reunirnos con el entrenador.

Y así siguieron la rutina de siempre, aunque bajo la atenta mirada de sus compañeros, quiénes parecían notar algo que ellos no.

Algo que no veían o no se atrevían a aceptar.

Ahí, cuando pasaban juntos los descansos y los almuerzos a pesar de ser de diferentes grados.

Ahí, cuando Akaashi pensaba en un manera de animar a Bokuto cuando nadie más lo podía hacer.

Ahí, cuando tomaban el mismo tren a casa y siempre se sentaban juntos.

Ahí, cuando Akaashi compartía sus onigris solo con el peligris.

Ahí, cuando luego de una victoria solo pensaban en buscarse el uno al otro para celebrar.

Ahí, cuando Bokuto estuvo en segundo año y su equipo parecía no tolerarlo, cuando Akaashi se presentó para las pruebas y jugaron el que sería uno de muchos pases.

En esas miradas se encerraban muchas emociones, las cuáles no estaban listas para florecer a pesar de estar ahí. Tal vez, algún día las reconocerían y se sentirían tontos al no percatarse antes pero sabrían que ,por alguna, razón ese no era el momento. Solo tal vez, todo aquello estaba guardado para que no tuvieran miedo de aquello que nació cuando Akaashi eligió su preparatoria por una estrella que brilló tan fuerte que encendió su pasión por el vóley. Aquello que nació cuando Bokuto sintió la adrenalina corriendo por sus venas y sus sentidos más despiertos que nunca al ganar un partido y Akaashi estuvo a su lado celebrando, cuando se dió cuenta que ese chico era el mundo que estaba de su lado en cada remate vencedor que ningún equipo podía parar.

Pero ese no era el día, ni la hora, ni el momento para que se dejarán bañar por todo el amor que tenían dentro de sí.



581 palabras

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