"Zewu-Jun. Una vez me contaste acerca de una casa rodeada de gencianas, donde visitaste una vez al mes, y cómo Lan Zhan todavía esperaba allí, incluso cuando la puerta ya no se abría".
Xichen se siente mareado. Se siente conmocionado y enojado. Nunc...
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Lan Wangji está exhausto. Todavía está luchando en gran medida porque no existe otra alternativa; él tiene un esposo y un hijo, y cualquiera de ellos sería suficiente para que no se permita la derrota.
No se enorgullece especialmente de saber que es uno de los mejores cultivadores de su generación. Es simplemente un hecho. El cultivo del menor Wen es inferior; quizás hayan sido demasiado arrogantes durante demasiado tiempo para que sea de otra manera, pero tienen números, y Lan Wangji está rodeado.
Wei Ying ha estado fuera algún tiempo; si Lan Wangji puede detenerlos el tiempo suficiente para que Wei Ying regrese de sus esfuerzos por aliviar el hospital de campaña, nuevamente lo harán. El es confidente.
Entonces él pelea.
Y pelea, hasta que está al borde del colapso, y es entonces cuando escucha el sonido de una flauta.
Wei Ying.
Los Wen a su alrededor comienzan a dispersarse. Se da cuenta de que hay nuevos enemigos para que se enfrenten, y cuando el último de sus enemigos es enviado volando lejos de él, Lan Wangji puede atreverse a darse la vuelta.
Él ve a Wei Ying.
Él, en el pasado, escuchó vagamente lo que era Wei Ying. Él sabe que Wei Ying era poderoso, y que era temido, y finalmente ve por qué .
Este no es el niño brillante con la sonrisa como el amanecer que trajo luz y calor a la vida fría y austera de Lan Wangji, o el hombre radiante y juguetón con el que se casó Lan Wangji.
Este es el Wei Ying que dominó el cultivo demoníaco.
Wei Ying está flotando sobre el campo de batalla, Suibian todavía está metido en su cinturón, con una energía oscura que lo rodea y un viento que existe solo para él azotando su cabello.
Los fuegos del campo de batalla se reflejan en sus ojos. El Sello del Tigre Estigio flota sobre su hombro, destellos de luz de jade casi completamente oscurecidos por la oscuridad que humea a su alrededor.
Y en todas partes a su alrededor, los muertos marchan.
Los cuerpos de amigos y enemigos por igual se elevan, se mueven, cargan. Demasiado recientemente, incluso para ser rígido, solo las marcas negras que se arrastran por sus venas y la blancura de sus ojos en verdad muestran que este es el ejército de los muertos.
Es una derrota.
La línea de Wen se estremece y se rompe, e incluso cuando se dan la vuelta para huir son invadidos. Después de esta sangrienta batalla, los números de muertos son muchos, y cada nuevo cuerpo que cae se eleva a su vez para caer sobre sus antiguos camaradas.
Solo cuando no se ve a un solo Wen vivo se detiene la música. Los muertos tiemblan como las hojas en el viento y colapsan.
Wei Ying flota en el suelo, con una luz extraña en sus ojos.
