Entrometida (Sadie)

170 14 9
                                    

Bien, aquí vamos. Soy Sadie Ka... ¿Para qué me estoy presentando? ¡Esto no lo puede escuchar nadie! Pero ya que estamos, seguramente en el futuro oiré esta grabación sólo para recordar lo inmadura que era.

Aunque... Si Apofis o alguna fuerza del caos regresa en busca de venganza, lo más probable es que publique esto. Da igual, cuando termine mi autodesahogo, haré estallar la cinta con mi palabra favorita y maldeciré las cenizas. Síp.

Así que ahora sí, empiezo.

Es díficil tener un novio dios-mago. Quizá sorprende después de haber dicho que aceptaba a Walt tal y cómo es, con todo y Anubis si lo miro por la Duat. Pero aceptarlo no significa que me siga costando, y, sí, incluso sus besos y sus ojos (de «él») parecen la combinación entre lo que eran (de «ellos»).

Claro que tampoco eran tan diferentes, sólo que nunca me había parado a compararlos, sólo lo hice con lo que yo sentía.

Y sentir en 2x1 no es tan genial como las ofertas de una buena tienda de ropa.

Pero, como con todo, la secundaria fue la que me demostró lo difícil que es.

Tuvimos una excursión al museo de Brooklyn porque, como es obvio, lo único que me faltaba en la vida era aprender historia antigua. Vale, quizá sí me haga falta un poco, pero con la investigación de campo me basta.

—¿En cuál luzco mejor? —me susurró Walt al oído haciéndose el gracioso sólo para mí, mientras nos enseñaban diferentes imágenes de Anubis haciendo rituales funerarios.

—En persona —le contesté de igual forma.

—Disculpe, señorita Brenant —chilló Drew Takana a unos pasos del resto de la clase, con las demás letras de molde—, ¿podría repetir? Los cuchicheos de adelante no dejan que todos oigamos la clase.

La profesora volvió a decir lo que sea que había estado explicando, pero ahora inspeccionando a cada estudiante, dos segundos cada uno, buscando quién había estado hablando. Supe que Walt estaba en problemas cuando la mirada de la señorita Brenant relampagueó después de aprobar mi falsa expresión de inocencia.

—Dejaré en manos de los expertos el resto del tour —irrumpió su propia explicación— Señor Stone, acompáñeme.

No pude ver por dónde se iban, así que cuando me escabullí del grupo no tenía idea de qué camino seguir. Estaba entrando en pánico cuando recordé lo que me había comentado Annabeth Chase sobre las huellas en la Duat, y al bajar mi visión unos niveles en la realidad, comprobé con regocijo que los pasos de mi novio dejaban una estela violácea, como migas de pan, si el pan tuviera el color de las puntas de mi pelo, claro. Las de los mortales eran, por otro lado, más claras, como diluidas en la Duat.

Los seguí haciendo mi mejor interpretación de empollona que va al museo por diversión. Ni así sentí que podría comprender a Carter. ¿Por qué la gente iría al museo por gusto? Cada vez que había estado en uno, algo terrible pasaba, esperaba que fuese la excepción.

—Estúpidos mortales —farfulló una aguda y conocida voz muy cerca—, ni para hacer caso sirven.

Me apeé tras una estatua de quién sabe qué faraón y, por la ranura entre ésta y la pared, vi a Drew dando zancadas por el pasillo, hacia donde yo estaba. Murmuró algo sobre que no era posible que una tal McLean hiciera sólo-ella-sabe-qué-dijo mejor que ella, pero se calló cuando la señorita Brenant salió de un pasillo anterior.

Ninguna me vio mientras discutían, pero al final la profesora se fue por donde debía estar el resto de estudiantes, y digo «debía» porque crucé tantos pasillos que ya no tenía idea de por dónde había venido.

—¡Walt! —llamó Takana por el pasillo de donde había salido la profesora, y por el que apareció mi novio al instante—. Ya le expliqué a la señorita Brenant que no habías sido tú, no te preocupes, el castigó será para la pesada de Kane.

—¡Ey! —exclamé saliendo de mi escondite—. Deja el show, ni haciendo berrinche luces bien. —Me acerqué a ella amenazándola con el dedo porque no debía sacar mi varita allí mismo—. Como me llegues a meter en problemas, te juro que...

Las risas de Walt y Anubis me descolocaron completamente, no sólo por lo armónicas que sonaban, sino porque no debería haber podido discernir dos sonidos distintos. Recordé que aún estaba mirando por la Duat y lo arreglé volviendo a nuestra capa de la realidad. Eso no hacía menos disfrutable la risa de mi novio.

—¿Se puede saber qué es tan gracioso? —reclamé antes de que se le pasara. Drew parecía hipnotizada con la hermosa sonrisa de Walt, quien ahora causaba lo que antes Anubis: lengua de cemento.

—Ustedes dos tienen más en común de lo que había pensado —dijo en ese tono que solía usar para darme «pistas» (mejor dicho acertijos) para ayudarme a vencer a Apofis, y se fue por el camino que había seguido la profesora unos minutos antes.

Drew y yo nos miramos con repugnancia ¡Cómo si no diera la mitad de lo que tenía por parecerse un ápice a mí! Tremendo halago le había dado Walt.

(N/A) Vayan a apoyar a la artista de los fanarts en la portada, los links están en comentarios, y la pueden encontrar como karendelavegart en Intagram

Rất tiếc! Hình ảnh này không tuân theo hướng dẫn nội dung. Để tiếp tục đăng tải, vui lòng xóa hoặc tải lên một hình ảnh khác.

(N/A) Vayan a apoyar a la artista de los fanarts en la portada, los links están en comentarios, y la pueden encontrar como karendelavegart en Intagram.

Grabaciones secretasNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ