La pelinegra obedeció admirando cada detalle del auto de su madre, sin dudas había servido que ella no estuviese en casa, así su madre había podido ahorrar para aquel auto; ya estando todo listo, __________ se sentó en el asiento del copiloto, cerró su puerta y se abrochó el cinturón, su madre puso los espejos en orden, arrancó el auto. Hilda explicó que había visitado a sus viejos amigos del colegio para buscar un trabajo en el Hospital San Mungo de Enfermedades y Heridas Mágicas, como sanadora, al final, para eso había estudiado. Con sus ahorros había comprado una sorpresa y el coche también. Eso significaba que la radio del auto tenía acceso a la red mágica, así que al viaje a casa no le faltó música. Al ver por la ventana ___________ notó algo extraño.

— Eh... Mamá... Este no es el camino al departamento — informó la pelinegra extrañada

— Lo sé — respondió Hilda con simpleza

— ¿A dónde vamos? — inquirió __________ mirando a través de la ventana el camino por el cual circulaban

Se alejaban del centro de Londres, hacia la carretera, como veinte minutos más tarde se hallaban en el barrio de Finchley, donde las casas eran hermosas, la cara de la azabache se fue transformando en una emocionada, sospechaba algo pero no se atrevía a decirlo en voz alta. Hilda por su parte miraba el camino así como a su hija de reojo mientras sonreía emocionada; cinco minutos más tarde se estacionó frente a una hermosa casa ni tan pequeña ni tan grande con un hermoso jardín, porche, dos pisos y escaleras en la entrada. La azabache menor vio a su madre confundida.

— No quería decírtelo por cartas pero, compré esta casa con parte de mi salario y algunos ahorros — explicó Hilda sonriendo — como ya no tenía a quien comprarle libros y discos, compré esto para las dos mi amor, ¡sorpresa!.

_________ no sabía qué decir, estaba anonadada, dirigió su vista a la hermosa casa, luego a su madre, y así repetidas veces hasta que las palabras que estaban en su cabeza pudieron salir habladas.

— Mamá no debías... No tuviste que... — balbuceó la niña que sin querer había crecido bastante

Hilda le tomó las manos con aquella sonrisa maternal en el rostro — Mi niña, lo hice porque comenzamos una nueva etapa, todo lo que pensábamos cambió, también nosotras. Es como iniciar de nuevo. 

La azabache tenía los ojos cristalizados, ¿para qué un padre cuando su madre había hecho toda la lucha por las dos? __________ le dio a su madre una sonrisa mientras permitía que las lágrimas de felicidad cayeran.

—Además tu cuarto ya tenía goteras cariño, así que ven, vamos a que conozcas nuestro nuevo hogar.

— Eres la mejor mamá — dijo la pequeña pelinegra para después abrazar a su madre como pudo 

La azabache se limpió las lágrimas para después ambas bajar del auto, la azabache se colgó al hombro su mochila y dejó a Elio en el porche donde había una hermosa banca color blanco colgada del techo del porche, era un columpio; luego regresó a ayudar a su madre con su baúl, una vez ambas dentro de la casa, Hilda la condujo a su nueva habitación, no era muy grande pero lo suficientemente espaciosa para que ella pudiera realizar las actividades que más le gustaban, las paredes eran de un morado medio oscuro bastante lindo, la ventana tenía incluido un pequeño asiento alcochonado para que ella pudiese sentarse a leer, también había un enorme librero de caoba, un escritorio con cajones y repisas, una cama individual, un enorme armario blanco, además de cajas con las pertenencias de la azabache.

— Por Merlín, madre esto es... ¡Hermosísimo! — soltó __________ emocionada

Hilda sonrió recargada en el marco de la puerta — Dejé las cosas en las cajas para que pudieras acomodarlo tu, las nuevas cosas están ahí también, ahora desempaca un poco y pediremos pizza, ¿te parece?.

1. Uncommon Girl ↯ [Cedric Diggory]Where stories live. Discover now