—Pero mi vida, toda mi vida...—sollozó. Germán volvió a suspirar, él jamás había hecho llorar a su hija de esa manera precisamente porque no lo merecía, y tener que verla destruida por ese imbécil simplemente lo enojaba de sobremanera.—Ya no está. 

—No sé qué podría ser más importante que tú para él el día de hoy—respondió.—, pero ya ves que no vale la pena, hija, y-...—

—Mamá ni siquiera vino—susurró con un puchero. Germán sonrió un poco melancólico pasando delicadamente su pulgar por las lágrimas de su hija.—, y tú te quedaste conmigo.—su padre la envolvió en sus brazos antes de besar su sien. Calle se acurrucó en su pecho sintiéndose una niña pequeña e indefensa otra vez. 

—No sería la primera vez.—respondió Calle inconscientemente, sorprendiendo a Noah. 

—¿De qué hablas?—le preguntó el chico confundido.—¿Por qué dices eso?—Calle negó con su cabeza.

—No es relevante.—le respondió simplemente. 

—¿Lo dices por nosotros?—preguntó aún con el ceño fruncido. Poché suspiró y Norah veía la escena altamente confundida.—Yo no quise dejarte en el altar, Daniela. 

—Pero lo hiciste.—se encogió de hombros. 

—¿Altar?—preguntó Norah ansiosa. Poché rió al verla tan desconcertada en el asunto, al parecer cierto chico no era completamente sincero. 

—Pasó hace años, Daniela.—le dijo calmando su expresión.—Hace años.—repitió. 

—Sí, y aunque ya no me importe—aclaró.—, no llegaste porque atropellaste a Noah Ruiz con tu auto blanco.—agregó. Noah Walker abrió sus ojos sorprendido.—El día que sería nuestra boda resultó ser el mismo día en el que Noah Ruiz murió—Norah llevó su mano a su boca para cubrirla molesta. Poché asintió dándose cuenta de ese abismal detalle, sabía que contarle a Daniela antes de llegar sería una buena idea.—, porque un auto blanco, con placas que coinciden chocó mientras manejaba su bicicleta.—suspiró.—¿Cómo pudiste al menos seguir manejando el mismo auto?—preguntó indignada. Noah Walker quedó en blanco, no sabía que responder, no sabía que hacer; estaba en una situación en realidad comprometedora. 

—Fue Juan Pablo.—dijo después de unos segundos. Poché rió irónica, era su turno de intervenir. 

—Claro, culpen al pintor humilde sin futuro.—dijo sarcástica.—A nadie le interesa lo que pueda pasar con el chico.—miró a Daniela, antes de volver su vista a la pareja de sospechosos.—Oh esperen, a mí sí—rió fingiendo sorpresa.—, y es por eso que voy a defenderlo en el juicio que ya programé. Te voy a hundir.—le dijo directamente a Noah, quizá olvidando que aún habían tres familias buscando respuestas. Noah sonrió al escuchar los golpes en la puerta. 

—Llegó mi abogado.—rió mientras se levantaba para caminar hacia la puerta, y al abrirla pasó lo inevitable. 

—¿Mario?—Poché murmuró con el ceño fruncido. 

—¿María José?—preguntó Mario sorprendido.—¿Qué haces aquí? Son mis clientes.—en ese momento Poché se levantó. 

—¿Vas a defender al asesino de mi hijo?—preguntó en realidad confundida. Mario ladeó su cabeza. 

—¿De qué hablas?—preguntó de igual manera. Daniela ya estaba preparada para alguna escena desastrosa.—¿Quién?—preguntó buscando a cualquier persona con su mirada. 

—¡Tu cliente!—soltó sin paciencia.—Él atropelló a Noah, Mario.—le dijo ansiosa, tratando de hacerlo entender. El hombre dirigió su mirada a Noah Walker quien sonrió en realidad nervioso. 

—¿Te estás burlando de mí?—le preguntó enojado, él le creería a su ex esposa, le creería a Poché sobre a cualquier persona.—¿Por qué mi esposa dice eso?—dijo inconscientemente. Daniela puso los ojos en blanco al escucharlo. 

—¡Eres un imbécil, Noah!—le dijo furiosa a Noah levantándose.—¡Eres la única persona a la que se le ocurre contratar al esposo de la madre del niño que mataste!—al procesar sus propias palabras cubrió su boca con ambas manos, mientras negaba efusivamente con la cabeza. 

En ese instante el mundo se quedó en silencio. 

—Noah, no.—susurró destrozada, mientras veía la carita de su hijo cubierta de sangre, sintiendo como su respiración disminuía poco a poco al mismo tiempo en que dejaba de sonreír.—No me dejes.—rogó, mientras negaba con su cabeza. 

El auto blanco simplemente rodeó el cuerpo de Noah Ruiz para seguir de largo, sin importarle que el niño probablemente moriría, lo tenía muy claro. 

La primera persona que lo vio abrir los ojos fue la misma persona que tuvo que verlos cerrarlos para siempre, Noah Ruiz murió en brazos de su madre. 

Mario procesó rápido aquellas palabras, y claro que rió irónicamente, claro que sus ojos se llenaron de lágrimas y claro que casi le rompió la quijada a Noah Walker de un golpe. A Poché aquello no le sorprendió, lo esperaba a decir verdad, y sin darse cuenta la mano de Daniela estaba entrelazada con la suya. 

—Tú fuiste el imbécil que nos quitó a nuestro hijo.—le dijo Mario mirándolo desde arriba ya que Noah estaba en el suelo tratando de acomodar su mentón con su mano. 

—Amigo, yo-...—intentó decir adolorido. 

—Yo no soy tu amigo—rió irónico.—, nos vemos en el juicio.—volvió a reír antes de simplemente caminar a la puerta y salir de allí antes de cometer una locura, debía actuar con inteligencia. 

Poché miró al hombre que le quitó lo más importante que alguna vez tuvo y todo lo que alguna vez quiso decirle, simplemente no salía de su boca. 

—¿Poché?—le preguntó Daniela al levantarse a su lado, esperando alguna reacción. 

—Te odio.—le dijo a Noah mirándolo directamente a los ojos.—Te odio tanto.—dijo casi inaudible zafándose del agarre de Calle al verlo levantarse.—Te voy a hundir, y es una amenaza.—asintió antes de, como su ex esposo, caminar hacia la puerta para ella misma salir de allí. 

—Vaya.—dijo Daniela sarcástica al escuchar el estruendoso ruido de la puerta cerrarse.—Bien hecho. 

—¿De qué lado estás, Daniela?—preguntó con odio.—Ella está loca.—Daniela negó con la cabeza. 

—Lo suficientemente cuerda como para hundirte.—respondió segura.—Ahora—rió.—no tengo ninguna duda.—fue lo que dijo mientras se dirigía a la puerta y salía de la casa, dejando a la pareja confundida y nerviosa. 

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Daniela suspiró al ver la silueta de Poché dentro del auto, así que simplemente caminó hacia el, y al llegar subió. Corazón roto, de nuevo, cuando la vio con sus brazos cruzados sobre el volante y su cabeza sobre ellos lloraba como si le hubieran arrebatado a su hijo de nuevo. 

—Hola, Poché.—saludó suavemente Calle mientras sonreía, a pesar de escucharla llorar de esa manera, debía hacer algo para calmarla.—Mira, mira—susurró sacando una pequeña grabadora de su bolsillo.—, tú me enseñaste a siempre grabar todo antes de cualquier interrogatorio.—Poché la miró levemente.—Todo está aquí.—sonrió acercando su rostro al de ella. Poché también sonrió un poco al entender.—No llores—susurró limpiando sus lágrimas con su pulgar.—, vamos a meter al malo en prisión.—le habló emocionada. 

—Oh, Daniela.—sollozó antes de simplemente abrazarla.—No sé cómo podría pasar por esto sin ti.—susurró mientras sentía los brazos de Daniela corresponder con el mismo amor.—Me has dado...—negó levemente con su cabeza.—...-me has devuelto todo. 

—Es reciproco.—respondió sin dejar de sonreír. Poché se separó del abrazo de Calle y al ver el reflejo de sus ojos, sin querer retrasarlo más, simplemente la besó, sin importarle el lugar donde estaban o quién las pudiera estar viendo. 

paper hearts. » caché. [adaptación] (TERMINADA).Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz