Capítulo 22. [Heroísmo Y Libertad]

3.9K 442 77
                                    

10/10 PARA EL CAPÍTULO FINAL



Juliana estaba dormida plácidamente sobre mis piernas. Su cabello estaba revuelto, con algunos grumos de sucio y polvo sobre el. Con la única mano que tenía disponible, lo acaricié lentamente. Ella se quejó entre el sueño. Su respiración estaba calmada y apacible. Algunas veces balbuceaba y otras veces simplemente se mantenía en absoluto silencio.

Mis manos y mis piernas estaban cansadas. Me dolía hasta respirar. Intenté moverme, pero era inútil. Cada vez estaba más presionada, sin poder ayudarme a mí misma. La morena de ojos chocolates, se quejó nuevamente. Decía cosas incoherentes, y apretaba los ojos. Como si en el sueño le estuvieran haciendo algo malo también.

La moví un poco, y se aseguró de mí. Sus manos estaban amarradas al igual que una de sus piernas. Se removió, buscando acomodo pero era imposible. El tiempo que habíamos estado tiradas había comenzado a pasar facturas.

—Me duele...—se quejó por lo bajo, abriendo lentamente los ojos. Sus marrones estaban obscuros, casi negros. Cuando finalmente abrió los ojos, me sonrió. Como si no estuviese pasando nada fuera de lo común—. Hola, ojitos bonitos. Ojitos cielo.

—Aún despertando en las peores condiciones no dejas de ser romántica—murmuré. Ella sonrió de medio lado. Quiso acomodar su cuerpo, pero le dolía, y lo entendía—. Cuidado—le dije en voz baja.

—Necesito agua, estoy muriendo de sed.

—Sí, yo también—ambas nos vimos—. Pero tenemos que distraer la mente y pensar en otras cosas para que esto no nos afecte más. Ni siquiera sabemos si ellos volverán por esta noche.

—¡Esto es una completa mierda!—dijo molesta. Juliana con rapidez se quitó de mis piernas, quedando a mi lado—. Juro que voy a hacerlos pagar por cada una de las cosas que nos han hecho. Los voy a hundir a todos.

—Juls... —mi voz salió suave—, no quiero que te metas más en problemas, por favor.

—¿En problemas?—rio sin humor—. ¿Crees que esto es un problema para mi?—me preguntó—. Es un problema para ellos porque cometieron uno de los peores errores de su vida, Valentina. Cuando logremos salir, no habrá lugar donde no los busque para hacerlos pagar por este mal rato que nos están haciendo pasar—dijo con amargura. Entonces, tomó una de mis manos entre las suyas, y dejó un beso en ellas—. Yo puedo aceptar todo, menos que tú sufras las consecuencias de algo que no te compete. ¿Comprendes?—asentí—. Solo necesito que me prometas que pase lo que pase, vas a cuidarte mucho.

—No hables como si te estuvieras despidiendo—le pedí. Ella medio sonrió.

—No sé cuáles son sus planes, pero ilesas no saldremos. Tenemos que ser fuertes, ¿sí?—Juliana se acercó a mí, lo suficiente como para juntar su frente con la mía. La respiración de ella estaba acelerada—. No soportaría que te hicieran daño. No a mis ojitos bonitos—besó mi nariz, y me vio—. Voy a sacarte de aquí, y te prometo que después de esto nos esperan muchas cosas buenas.

—¿Cosas buenas?—ella sonrió.

—Quiero compensar cada una de mis faltas—explicó—. Antes de ti, mi vida era tranquila. No pensaba en algo más que trabajar diariamente por simple placer porque no había otra cosa que llamara tanto mi atención. Me concentré en mi trabajo, en mi compromiso, en ser la hija ideal y ejemplar que todos sueñan—sonrió con tristeza—. Me olvidé de ser humana; de sentir y de vivir lo bonito del amor. Quiero que sepas que... Con Alessandro he vivido muchas cosas—Juliana suspiró, separándose un poco de mí—, y que no será fácil pero... No voy a casarme—dijo, sin apartar su vista de la mía—. No voy a casarme. Quiero estar contigo.

𝐂𝐡𝐨𝐜𝐨𝐥𝐚𝐭€ || ×Juliantinas× AUOnde histórias criam vida. Descubra agora