Dhampiresa [Terminada]

IV

—Madame Juliana —era Igor el mayor domo hizo una pequeña reverencia al verme.

—Buenos días, Igor. ¿Donde están todos? —pregunté.

—Salieron temprano y se fueron a reunir con los Lircay —contestó.

—¿Sin mi? —pregunté molesta —. ¿Por qué no me despertaron?

—Lo lamento, pero fueron órdenes del señor Bill —contestó, solté un gruñido y salí del comedor, mientras caminaba me comía furiosa la manzana.

Salí del castillo y baje las escaleras de piedra hasta detenerme frente del enorme jardín de tulipanes rojos, amarillos, blancos, anaranjados y azules, vi la reja abrirse, eran ellos: Bill, Eric, y mis amigos, me acerque con paso rápido.

—¿Por qué fueron sin mi? —encare a Bill.

—Estabas dormida —dijo él.

—Pudiste haberme despertado —le dije enojada, estaba cerca de él —. ¿Es por lo que hablamos anoche? —me miró con seriedad.

—Vayan a dentro —les ordenó a los demás, y obedecieron, nos quedamos solos —. Tienes que controlarte.

—Tú provocas mi descontrol.

—Ella no estaba ahí —me dijo.

—No solo es por ella, es por lo que sucedió ayer, nos concierne a todos.

—Asi es, pero no sé habló nada nuevo —me dijo —. Ellos menos sabían de lo que pasó, de cómo Diablillos aparecieron en la ciudad.

—Bien —dije, camine pasando por su lado —. Iré a caminar un poco.

—No te alejes mucho. Hoy les toca a ustedes vigilar la ciudad —me aviso y camino hacia el castillo.

Comencé a caminar por el bosque, subí a mi árbol favorito y mire todo el bosque desde ahí, todo como siempre muy tranquilo, decidí bajar y volver al castillo, pero una sensación en mi pecho me hizo tomar otro camino, yo no controlaba mis pies, estos iban solo, me atraían a algo. Al parar de caminar note que estaba frente al puente, mire para todos lados, no había nadie, hasta que si vi a alguien al otro lado del puente, lo cruzamos y caminamos lentamente la una hacia la otra, note que llevaba puesto mi abrigo, nos detuvimos cuando llegamos a la línea roja, nos miramos y sonreímos, se sacó el abrigo y me lo entregó.

—Esto te pertenece —me dijo sin quitar su mirada de mi, lo tomé —. Gracias por lo de ayer.

—No es nada.

—Que bueno que no pasó nada grave por estar en sus tierras —me dijo.

—Era algo de vida o muerte, los míos lo entendieron —le dije —. Aunque algunos me regañaron —las dos reímos.

—A mi igual —dijo, el silencio entre nosotras volvió, lo extraño es que no era incomodo, solo nos mirábamos y así nos entendíamos, por muy raro que suene —. ¿Hoy ustedes van a la ciudad?

—Si, hoy nos toca —conteste, ella sonrío, en eso cambió su semblante y miró hacia atrás.

—Ya me tengo que ir, no deberíamos estar aquí hablando como si fuéramos amigas —me dijo, se giro para irse —. Ten cuidado —y siguió su camino, yo sonreí y también me fui.

*      *      *

Entre al salón, estaban todos ahí, yo aún tenía la sonrisa en el rostro, dejé el abrigo sobre uno de los sillones.

—¿Y esa sonrisa? —me preguntó Lena acercando se a mí.

—Nada —conteste —. Solo fui a recuperar mi abrigo —me miró con seriedad, luego se giro para mirar a Bill que iba hablar.

—Bueno, como ya sabemos hoy les tocará vigilar a ustedes la ciudad. Deben de estar alerta.

—Deberíamos llevar armas —sugirió Jasper —. Si esas cosas aparecen de nuevo estaremos más preparados y acabaríamos con ellos más rápido. Somos más rápidos, mas fuertes, no como otras razas —me miro de reojo.

—¿Si hablas de Val? —pregunté y me acerque a él con los ojos rojos, él también estaba igual —. Estaba sola, con más de una docena de ellos y logró matarlos.

—No a todos —dijo mirándome seriamente  —. Le quedó uno y tú tuviste que salvarla, debe ser una vergüenza para los Lircay —me dijo con una sonrisa burlesca, le mostré mis colmillos enojada.

—Ya basta ustedes dos —dijo Bill, nos separó —. No hay que pelear contra nosotros, hay otro enemigo allá afuera.

—Pues dígale eso a ella —dijo, volvía hacer el Jasper de antes —. Y también dígale que es un vampiro, no una asquerosa Lircay, que decida en qué equipo quiere estar —dijo eso y se fue, Alice solo me miraba con los brazos cruzados y se fue tras su novio, Lena se iba acercar a mi, pero preferí irme a mi habitación, tome mi abrigo y salí de ahí.