—Está preciosa, gracias—susurró aún mirando la pulsera. Pasó su brazo por detrás de mi cuello y me atrajo hacía él para darme un beso en la cabeza—De verdad gracias, Maitesita.

Cuando me llamó así sentí un montón de cosas en el estómago. Decidí pasarlas por alto y solo pude sonreír. Decir que tenía nervios era poco para lo que realmente sentía.

—¿Te la pongo?—pregunté. Y como no era de esperarse, me miró con los ojos entrecerrados—Erick, no seas cochino.

Soltó una carcajada, me entregó la pulsera y se la puse, me costó un poco abrocharla porque en verdad que estar cerca de él me ponía muy torpe. Caminamos juntos hasta el auto, me senté en el asiento de copiloto y abroché mi cinturón de seguridad.

—¿Sabes? Me alegra mucho que hayas decidido quedarte aquí en Italia, así al menos no nos complica mucho el tema para vernos... Por la Isi—dijo. Echó a andar el vehículo y después comenzó a manejar.

—Cuando decidí quedarme no sabía que estaba embarazada—me encogí de hombros—Pensé en irme a Chile, con mi mamá, pero ya sabes cómo es.

—Sí, media difícil de tratar—se burló.

—Es entendible igual, ¿no crees?—se encogió de hombros—Aún así, no me arrepiento de la decisión loca de seguirte hasta aquí.

—Me gusta saber que no te arrepientes, pasamos años bonitos aquí—soltó un suspiro y pude notar la tristeza de sus palabras al decir eso—Pero bueno, volviendo al tema de tu mamá, si es entendible y yo creo que jamás voy a dejar que la Isi vaya a comer pizza con las amigas... ¿Te acuerdas?

Me mordí el labio. ¿Cómo no me iba a acordar? Cuando éramos más pendejos esa era nuestra estrategia para que mi mamá no supiera que estaba viéndome con Erick, siempre le pedía permiso para ir al comer pizza con mis amigas, lo más chistoso era que después llegaba muerta de hambre a la casa y tenía que aguantarme porque ya había comido... Ay, ahora que lo pensaba, esos tiempos fueron de los mejores.

—O después de eso, cuando llegaba de Santiago y tú mamá me miraba con cara de "Ya viene a molestar este cabro culiao"—solté una carcajada demasiado escandalosa con esa imitación de mi mamá—A mi mamá le encantaste desde que te vio.

—Extraño demasiado a la chica Kari—hice un puchero—Me saqué el loto con tenerla de suegra, yo creo que ni mi mamá me quería tanto como ella.

—Y ella también te extraña, Maite—me dio una sonrisa.

Y es que hablar de ese tema me ponía un poco delicada. La familia de Erick me quería mucho más de lo que me quería la mía, me dolía tanto saber que eso probablemente ya había cambiado, que después de habernos divorciado ya no era parte de él y de su familia...

Al menos sabía que ahora, por un buen y enorme tiempo jamás estaría sola. Tenía a mi Isidorita, que aún no nacía pero ya ansiaba con tenerla en mis brazos no y también sabía que Erick estaría cerca de nosotras, siempre.

Cuarenta minutos más tarde llegamos a la entrada del condominio. El conserje nos saludó amables, abrió el portón y empecé a ponerme cada vez más nerviosa.

—¿Estás bien?—preguntó, yo creo que notó cómo mi pierna subía y bajaba sin querer.

—Estoy un poco nerviosa.

—Uh, y espérate nomás cuando entres...

Me guiñó un ojo y yo fruncí el ceño, eso no me había ayudado en nada con los nervios. Me tapé la boca con ambas manos, notablemente sorprendida después de ver al Cristóbal y la Paola jugando en el patio de la casa. Me bajé del vehículo, Erick tocó la bocina un par de veces para llamar la atención de los niños, el Cristo no tardó en correr hacia a mí.

Ill be loving you forever || Erick Pulgar #LTIA2 Where stories live. Discover now