Capítulo Catorce

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Ella vio rastros, también oyó maullidos y ruidos escalofriantes, no dijo nada a su compañero para no asustarlo, temía que entrara en otra crisis.

—Debemos conseguir un lugar donde pasar la noche —apuntó el joven.

Después de pensarlo durante todo el día la castaña no vio más opción que usar uno de los artículos del proyecto de Blaz, ambos estaban cansados y ninguno era lo suficientemente fuerte para mantenerse en guardia durante la noche, defender al otro, a duras penas podían cuidar de sí mismos en aquel ambiente hostil.

—Usaremos el auto —comentó.

—¿Estás segura? Dijeron que solo era para emergencias.

—Esto es lo más similar a una —dijo—. Necesitamos reponer energías, además podremos desplazarnos de forma segura en él.

—Bien.

De una pequeña caja rectangular, extrajeron un cuadrado que tenía impreso el icono de un auto, este podía sostenerse con los dedos. Luego de pasar la mano encima de este, con una opción del traje el auto empezó a crecer.

Pronto era de tamaño normal y desentonaba con el bosque.

—Es una belleza —silbó el pelinegro.

—No quería sacarlo tan pronto, pero es nuestra mejor opción.

Ambos recordaron las instrucciones de Blaz el día que presento el proyecto.

—Úsenlo en caso de emergencia, es práctico para llevarlo con nosotros de forma portátil, pero una vez lo regresen a su tamaño original no podrán volver a encogerlo, así que tengan cuidado, podrían tener que abandonarlo después de su que cumpla su finalidad.

—¿Pero si podemos agrandarlo no debería ser igual de fácil volverlo pequeño?

—No, estos diseños son únicos y para llevarlo a ese tamaño utilizamos una maquina muy grande que no funcionaria del otro lado. A continuación, les explicare las bases del mismo.

Blaz fue claro con ellos y Avery más que nadie sabía las implicaciones del proyecto, por eso le dolía un poco tener que usarlo de esa forma.

—Por lo menos podremos dormir tranquilos —respondió

La castaña le dio la razón, el vehículo tenia camuflaje incorporado, analizaría el entorno y se adaptaría este, además podrían hacer ruido en el interior sin alertar a las bestias.

—Venga, entremos —dijo el científico al verla tan inmersa en sus pensamientos.

Una vez adentro, se permitieron relajarse, activaron los modos y se prepararon para dormir.

—Es más cómodo de lo que creí.

—Intentamos pensar en todo.

—Les ha salido genial.

Hubo un silencio incómodo.

—Nunca me disculpe por comportarme como un idiota contigo.

—Eso está olvidado, además la paliza que te dio Alicia lo recompensó.

—Eso fue horrible, lo peor es que ella no fue enserio.

Ambos rieron.

—Ella es increíble.

—Lo he descubierto con el tiempo. Todos lo que fuimos seleccionado somos excepcionales.

—Claro que sí.

Las palabras implícitas eran: saldremos de esta.

No hablaron más, pero antes de que la castaña cerrara sus ojos escuchó al pelinegro susurrar.

Isla ApiWhere stories live. Discover now