+18, violencia, romance, desamor y síndrome de Estocolmo.
¿Que pasará con la vida de Marinette?.
Una azabache emancipada de 18 años, luego de ser secuestrada juntó a otra chica por el famoso diseñador Gabriel Agreste.
Llevada a su mansión en Londres...
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Marinette:
Mí cabeza da vueltas, me siento aturdida, además de asustada por no saber donde carajos estoy.
Apesar de no tener la más mínima idea de dónde nos tienen metidas, lo único que se con certeza es que han transcurrido varías horas desde que aquél sujetó misterioso abandonó la habitación donde nos dejó.
- ¡Joder! me duele el trasero y el ardor en mis muñecas es cada vez más insoportable - Dije quejándome, puesto que la posición en la que me encuentro sentada desde hace un rato me a entumecido almenos la mitad de mi cuerpo.
Por la forma en que ataron mis piernas no puedo si quiera moverme para intentar cambiar de posición.
- ¿De verdad?, Yo estoy que lo paso de maravilla - Responde la otra chica a mis espaldas con sarcasmo en la voz, - Maldita sea la hora en qué se me ocurrió venir a esta ciudad - Dice, está vez más exaltada mientras se mueve de un lado a otro en un intento por aflojar el amarre de la cuerda que aprieta nuestras muñecas.
Su intento es nulo, solo consigue hacer que está me rose y lastime aun más de lo que ya consiguió.
- ¡Ah!, deja de hacer eso porfavor - Suplico y ella cede al instante, dejo escapar un suspiro de alivió antes de proceder - A pasado rato desde que él se fue así que quizás no tarda en volver.
- ¿Y que con eso? - Interviene la Japonesa con suma molestía.
- ¿Y qué?, No quiero que te descubra haciendo algún intento de escape, ni mucho menos que piense que yo estuve de acuerdo con ello por qué por lo menos YOOO no quiero que me hagan nada así que....
- Así que trataras de comportarte como una buena víctima, no tratar de escapar para que al final del día nuestro maldito secuestrador te de una galleta como premió, ¡ja!, Piensas cómo si está gente tuviera buenas intenciones y que no te lastimaran mhm, vaya ingenua que eres.
Mis labios se aprietan de la impotencia, no se que más decir ni como defenderme ante ello. Antes de si quiera poder pensar en que contestar ella da un fuerte tirón hacía al frente que logra sacudirme por completó.
- ¡Te dije que lo dejes de intentar Kagami! - Digo está vez con la voz entre cortada, - No querrás que se repita lo de la noche anterior.
- No me importa, créeme cuando te digo que ese hijo de puta no me volverá a poner un dedo encima - El coraje en ella es notorio y aún más en sus palabras - ¡SAQUENME DE AQUÍ!-. La fémina grita mientras da bruscos tirones una y otra vez, lo hace tan fuerte qué instantáneamente el peor de los escenarios viene a mi cabeza.
Ella siendo castigada por desobedecer a las órdenes que nos dejaron, entre todas ellas sólo destacaban dos y eran las más importantes, no intentar escapar ni mucho menos alterar el órden, de lo contrario nos iría muy mal.
