Me encuentro sumergida en una densa oscuridad. Toda esperanza amenaza con abandonar mi cuerpo. Soy capaz de sentir cómo todo mi interior arde, la fuerza que llevo dentro es inimaginablemente fuerte; es destructiva.
Escucho voces a lo lejos, pero no...
Ups! Gambar ini tidak mengikuti Pedoman Konten kami. Untuk melanjutkan publikasi, hapuslah gambar ini atau unggah gambar lain.
-Tres días atrás-
El sol estaba ocultándose, y yo iba de camino a casa. El clima era perfecto, las calles estaban teñidas de un hermoso naranja oscuro y los árboles bailaban al ritmo de una leve brisa de verano, de esas que son tibias y acogedoras. Mi cabeza estaba perdida en la melodía que venía escuchando por mis auriculares.
Tarareaba la dulce letra de "I'm yours" mientras ingresaba al sendero que pasaba por el bosque para llegar a mi casa. A estas horas parecería no tan buena idea pasar por allí, pero conocía ese lugar como la palma de mi mano, y por algún motivo siempre me sentí protegida.
Puede que el gran impulsor de ese sentimiento de protección siempre haya sido la idea de que mi madre está incondicionalmente conmigo, guiándome y cuidándome, más es tan profunda esa sensación de seguridad y protección que me costaría la vida intentar explicarlo correctamente.
-Mi madre-Pensé mientras dejé escapar un suspiro lleno de amor y melancolía. Ella había fallecido cuando era muy pequeña. Los recuerdos que tengo con ella son pocos pero preciosos en cada detalle; tenía los ojos cafés más brillantes del mundo entero, sus lindos cabellos ondeados siempre caían sobre sus ojos cada vez que jugábamos juntas y sus manos me ofrecían siempre el más calido abrazo y la más amorosa caricia. Siempre usaba collares con piedras raras pero muy bellas y algun que otro accesorio extraño que de pequeña imaginaba emanaban una especie de magia.
Mi padre, con el tiempo me contó que ella siempre creyó en las energías y en lo oculto, y aunque no me quiso explicar más, casi por obligación utilizo algunos accesorios con símbolos no tan claros que eran de su pertenencia.
El único que jamás usé por obligación, es uno que ella misma me había obsequiado de pequeña. Este era un pentagrama hecho de plata, pequeño y brillante, el cual llevo como collar desde que tengo uso de la razón.
"Llévalo y siempre estarás protegida".
El recuerdo de sus palabras estrujó mi corazón y sonreí con melancolía. Me toqué el pecho en su búsqueda, más no lo encontré.
Me recordé a mí misma que me lo había quitado ayer por la noche cuando un gato que encontré en la puerta de mi casa rasguñó mi pecho antes de poder hacer nada. Yo sólo quería darle cariño, pero creo que él o ella no estaba listo para mi cariño.
Lo había olvidado en mi mesita de noche luego de quitármelo para desinfectarme la herida. Me sentía desnuda sin él, no recordaba un solo día que no haya pasado sin tenerlo conmigo, más me decidí a concentrarme nuevamente en el camino, ya que más allá de que lo conociera perfectamente, tenía muchas desviaciones que no quería tomar si mi idea era llegar a casa antes de que se hiciera más tarde.
Para cuando volví a prestar atención, el sol ya estaba completamente oculto y era la luna ahora, aquella que iluminaba vagamente mi vuelta a casa.
-Probablemente estaré sola al llegar- pensé mientras veía a la hermosa luna llena que se abría paso entre las hojas de los árboles. Papá era médico y hoy le tocaba el turno de noche.
