• - T R E S - •

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Yo reí ante ella. — Nada, la idea no era que lo ayudes sino que hables con él.

Juli tomó su rostro con ambas manos y echó un suspiro. — No voy a poder, soy muy pelotuda adelante de él.

— Él es muy pelotudo adelante de todos, así que no te sientas mal. — Le dije y ella rió. — Igual, le gustan Los Redondos.

— ¿Los Redondos? — Ella abrió los ojos en forma de sorpresa. — A vos te encanta esa banda.

Asentí con poco interés. — Eso es lo único, después sigue siendo un pelotudo.

— Callate, es un sol. — Dijo Juli con una sonrisa embobada. — Gracias por hablarle a Valentin de mí, Eve, te amo.

— Yo te amo más, tonta. — Sonreí y la abracé.

El timbre del fin de recreo sonó.

Nosotras, junto con nuestros compañeros del curso, nos quedamos en el patio. Teníamos la hora de gimnasia, y debíamos esperar a que la profesora llegara.

Con Juli fuimos a dejar nuestras camperas y botellitas contra una pared de allí, en dónde todos colocaban sus cosas también.

— ¡Acérquense chicos y chicas! — Gritó de pronto nuestra profesora desde el medio del patio, quién había llegado.

Mi amiga y yo, comenzamos a caminar hacia ella. — Que paja hacer las pruebas de voley. — Comenté desganada.

— Yo me estoy cagando de sueño, seguro las haga todas mal. — Me contestó, fregando sus ojos.

La profesora comenzó a tomar lista de todos los que estábamos allí, y nos asignó diferentes pruebas a cada uno.

Yo nunca era muy activa en la hora de gimnasia, sinceramente, el deporte nunca fue lo mío. Pero ese día, tenía una buena razón, ya que no me sentía muy bien; por momentos sentía que me bajaba la presión, y me dolía mucho la panza. No entendía que me pasaba, así que traté de sentarme contra la pared un poco, y esperar mi turno para la prueba. Juli se sentó junto a mi para acompañarme.

— Evelyn García, te toca. — Me dijo la profesora, mientras terminaba de evaluar al chico que recién había pasado. Mi tranquilidad no duró tanto.

Yo me levanté con pesadez y me adentré a caminar hacia la mujer, pero Juliana, tiró de mi brazo con brusquedad para volverme a sentar.

— ¡Ay! — Me quejé, sin entender nada. — ¿Que pasa, boluda?

Ella me miraba con impresión. — Eve.. — Susurró. — Estás manchada.

«Vaya, eso explica muchas cosas.» pensé. No pude evitarlo.

En ese momento, abrí los ojos como dos platos y comencé a desesperarme. — ¿Que carajo hago?, tengo que dar la prueba.

— Apúrese García, no tenemos todo el día. — Gritó la profesora con fastidio.

— Tranquila, voy a buscar tu campera y te la atas a la cintura. — Me dijo Juli tratando de calmarme. — Así te tapas.

Yo asentí y me quedé sentada ahí, con la mirada extrañada de algunos alumnos puesta en mi. Juliana corrió hasta la profesora y le dijo algo al oído, contándole seguramente la situación de mierda que estaba pasando.

• c u p i d o ; wos •Where stories live. Discover now