El Último Cóctel

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¡Atención televidentes! Hoy, desde la Central de Alegría, la fabulosa conductora Mary Estuardo nos trae un programa especial. El debate más polémico después del dichoso vestido blanco con dorado o azul con negro. Hoy, los cinco tributos sobrevivientes entraran en diálogo con el Señor Humor para acabar las revueltas y vivir en un lugar bonito ¡Atentos!

—¡¿Dónde están mis sandalias de plataformas?! —mi estrés no era normal. Alguien me robó los zapatos que le robé a Jarro Estiloso, el amigo de mi compa de humor negro.

Tras el éxito dispar de la rebelión, el país se había inmerso en un caos sin retorno. Casi derrocamos al Señor Humor, pero éste quiso irse a diálogo en televisión nacional cuando se dio cuenta que pendía de un hilo. Después de todo lo que nos hizo, comenzó a emitir discursos de amor para manipular al pueblo.

Ya saben, gajes de políticos corruptos.

—¡Al aire en tres minutos! —gritó mi mentor.

—Bueno, saldré descalza.

Cuando llegué al estudio con mi tamaño defectuoso de pitufo, vi que los demás tributos habían llegado. Heather hablaba con su séquito de mutos y Roberto estaba inmóvil, tal vez pensando en sus tendencias asesinas. Antiguamente les tenía pánico por ser del humor negro, pero descubrí que son buena onda. Al otro lado estaban las más inteligentes. Noir comía pulpitos y Laura, quien se acercó para contarme cómo fueron sus días en compañía del político bigotudo.

Ahora sabía cosas que no necesitaba. Sin embargo, serviría como chantaje si algo salía mal.

Cuando todos nos encontrábamos en los puestos correspondientes, llegó el susodicho y comenzó la transmisión. La conductora emitió unas palabras y luego, cada uno opinaba al respecto.

—Hay que mantener viva la llama...—proliferaba el Señor Humor.

—Tu discurso lo mando a la mie-...al mundo de la caquita y no me preocuparé si llegó bien —interrumpí y lo señalé con descaro.

El silencio incomodo reinó en el estudio.

—¡Debe morir! —gritó Heather y de la nada, sacó una pistola.

El público perdió el control y corrieron en direcciones dispersas. Los camarógrafos desenfocaron nuestras imágenes y el lugar sucumbió ante el caos. El Señor Humor escapó, pero Laura sabía dónde se ocultaba.

Resulta que la Central de Alegría guardaba un secreto. Tenían un cuarto donde el regordete se regaba un elixir de la juventud por el cuerpo.

Todos corrimos al área restringida bajo la dirección de Noir, pues había trazado un mapa en la parte posterior de lo que parecía una carta subida de tono.

Al llegar, vimos al hombre de nuestras pesadillas sumergido en un estanque y solo necesitábamos eso para la estocada final. Tomé una garrafa de ácido y los demás comprendieron el gesto. Cualquier ácido que existe en este mundo la vertimos en la bañera, haciendo un coctel tan potente que no quedó ni un hueso en el estanque.

—El Señor Humor "asido" engañado —dijo Roberto.

Yo sonreí como una desquiciada por el placer que me causó.

—Quedan disueltos los primeros Juegos del Humor. 

Los Juegos del HumorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora