No somos extraños

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Disclaimer: Los personajes de Supernatural no me pertenecen sino a Eric Kripke.

NA: Hola gente. Este será un One-shot del 10x23 "Brother's Keeper" sobre lo que hubiese pasado si Dean hubiese hecho caso a la solución de Muerte.

Lamento que no sea tan largo como a mí me gustaría, pero bueno, es un One-shot xD. Así que, disfrútenlo.

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-Cierra los ojos -Dean mantuvo su voz calmada, aunque por dentro un animal roía su garganta y se enrollaba en ella-. Sammy, cierra los ojos.

Dean pudo ver como Sam dejaba caer sus párpados y respiraba con la calma que hace unos minutos no había tenido. La lucha había terminado y su hermano estaba aceptando su final. Se veía en paz, seguramente deseando que todo terminase cuanto antes. Y Dean no se haría de rogar.

Dean aprovechó el momento de calma, era tiempo de poner fin a la historia que había empezado con dos hermanos amándose a través del fuego y el infierno. Apretó con fuerza el arma entre sus manos, le dio una última mirada a su hermano y con la velocidad de un rayo encestó el golpe.

Los mató a ambos rápido y sin dolor. A uno, por amor, y al otro por precaución.

Dean Winchester caminó con paso quedito hacia el montón de polvo en que se había convertido Muerte, casi al instante de atravesarlo con su propia arma. De entre los restos Dean pudo rescatar el anillo del viejo jinete, que sin pensarlo dos veces se lo puso en uno de sus dedos.

Ahora podían temblar cielo y tierra, ya que Dean Winchester era la nueva muerte. Tendría que cumplir el mismo trabajo que en una ocasión había jodido al no poder tomar la vida de una niñita. Sólo que esta vez las cosas serían diferentes, ya poco le importaría si tenía que tomar la vida de una triste abuela, o la de un recién nacido.

Cuando al principio había adquirido la marca de Cain, Dean había querido fingir que todo seguía tan normal como obtener una cicatriz a causa de una cacería más. Pero era mucho más que una cicatriz, mucho más que un simple cambio de humor.

La marca había consumido casi toda su humanidad, día a día quemando trozos de su alma, quedando muy poco. Lo suficiente como para sentir un dolor abrazador en esa onza de alma al ver el cuerpo sin vida de su amado.

Con movimientos casi mecánicos, Dean se arrodilló ante el charco de sangre que rodeaba el cuerpo del castaño. Antes de que la sangre avanzase hacia las dos fotografías en el piso, las recogió y las guardó en la seguridad del bolsillo trasero de su pantalón.

El cuerpo de Sam era grande, pero eso nunca había impedido que encajara a la perfección entre sus brazos. Dean lo abrazó con fuerza y lloró hasta que sintió su cuerpo entumecido. Con cierta resistencia depositó el cuerpo de su hermano en posición horizontal, acariciando con delicadeza los cabellos castaños, como si estuviese pidiendo perdón por lo que estaba a punto de hacer. Aun sabiendo que su hermano ya no sentiría nada.

Sin dejar de acariciar el cabello castaño, con su mano izquierda que estaba desocupada, Dean introdujo la mano en el pecho de Sam, extrayendo su alma unos segundos después. Dean miró el alma y se sintió nostálgico, casi arrepentido. Rápidamente parpadeó y se centró en su plan.

Unos pasos se escucharon tras su espalda. Seguidos de una voz tranquila y suave. Seguramente el mismo tono que empleaba para dar consuelo a las almas asustadas de su repentina muerte.

-Así que, ¿cielo o infierno? -comentó la parca, refiriéndose al alma recién extraída.

-Ninguna -dijo Dean, levantándose del suelo para enfrentar a la portadora de esa voz.

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