Cada noche extendía su perímetro de búsqueda. La ciudad era enorme y la inexperiencia de Ju en las calles no lo ayudarían a encontrarlo más rápido, pues podría haber corrido sin rumbo hasta alejarse demasiado.

Justo tachaba el nombre de una calle en un pequeño mapa que había impreso cuando un toque en el hombro lo sobresaltó.

-Lo siento, no era mi intención asustarte -se disculpó Mew y le regaló una amable sonrisa, que en otra ocasión hubiera fotografiado- no pensé que siguieras buscándolo tan tarde.

-Solo estoy un poco nervioso -le sonrió de vuelta-. Aún me quedan muchas calles por revisar.

Gulf había esperado mucho tiempo una oportunidad como esa, pero su prioridad era encontrar a Ju y no se desviaría de su objetivo.

-Tengo que irme -rompió el silencio dirigiendo la vista a su pequeño mapa localizando la que sería su siguiente calle a revisar.

-Voy contigo -arrojó Mew efusivamente, lo que sorprendió a Gulf-. Es peligroso que estés solo por las calles en la madrugada, y me gustaría que me dejaras ayudarte.

Por un momento Gulf se debilitó emocionalmente. Tener su compañía y sentir su apoyo lo hicieron flaquear, había aguantado el llanto por tres días enteros; la realidad era que le aterraba pensar en la posibilidad de no volver a ver a su amigo. No quería imaginar lo que sería su vida sin su compañero.

-Gracias, Mew -pronunció con la voz entrecortada y reprimiendo las emociones que estaban llegando a la superficie.

En sus ojos se reflejaba la luz de las farolas por las lágrimas no derramadas. Mew se acercó suavemente y lo envolvió entre sus brazos acercándolo a su pecho.

-Lo encontraremos -le dijo al oído mientras acariciaba con dulces movimientos su espalda­-, ese gato bailarín va a aparecer, te lo prometo.

Juntos recorrieron las calles por los siguientes dos días, no lograban encontrarlo. Ya habían llenado de fotos todas las calles, preguntaban por el felino a todo aquel con el que se cruzaban y no lograban obtener alguna pista de su paradero. Gulf comenzaba a perder la esperanza cuando el timbre de su puerta sonó.

Al abrirla apareció Ju en los brazos de Mew quien le sonreía victorioso. Gulf no pudo contener la emoción y se lanzó al cuello de Mew llenándolo de agradecimientos, para después sostener a Ju contra su pecho aferrándose al gatito como si fuera la cura para su terrible enfermedad.

Ahora todo en el universo estaba tranquilo pues le habían devuelto su paz.

-No vas a creer dónde estaba ese bribón -su tono juguetón capturó inmediatamente la atención de Gulf.

No había reparado en que ya conocía el tono de su voz: una voz grave y profunda que iba de la mano con su altura y aquellos músculos bien formados. Las vibraciones que producía en su oído le gustaban. Él le gustaba y mucho.

-Igual te lo diré -recalcó al ver que Gulf no salía de su estupor- estaba en casa de mi vecina. Lo encontró en la calle y al instante se enamoró de él. Pude reconocerlo en cuanto entré a su departamento.

La última frase resonó con eco en su cabeza, Gulf sabía que no tenía derecho alguno sobre Mew y no eran más que conocidos. No podía hacer preguntas, aunque eso no impedía que pudiera hacer suposiciones, y se preguntaba si tendría algún tipo de relación con esa chica.

Lo invitó a pasar y Mew se sentó justo en el sofá que ocupaba Gulf en sus sesiones de lectura. Podía ver exactamente el panorama que apreciaba Gulf cada noche, y observar más de cerca la decoración que tanto había llamado su atención la primera vez. Las pinturas que colgaban de las paredes y la extraña pero agradable mezcla de muebles y colores; esa combinación resultaba en un lugar cálido y acogedor.

Gulf se sentó a su lado apoderándose de su total atención.

-No sabes cuánto te lo agradezco, Ju es mi vida entera y acabas de devolvérmela. Estos días fueron horribles y se terminó gracias a ti.

-Me alegra haberte ayudado, ver lo desesperado que estabas sin poder solucionarlo me estaba frustrando.

-¿Cómo puedo corresponderte? -cuestionó Gulf sinceramente.

Cualquier cosa que pudiera ofrecerle sería insuficiente comparándolo con el valor que Ju tenía en su vida.

-No hace falta que hagas nada, no lo hice para obtener algo a cambio. Si sigues leyendo conmigo considera saldada tu deuda.

Leería con él, ese era un hecho incuestionable. Sus sentimientos se habían acrecentado en los últimos días y podía sentir que a Mew no le era tan indiferente.

-¿Una cena? -preguntó inseguro.

La cocina se le daba estupendamente y eso podría compensar un poco el esfuerzo que hizo al acompañarlo en las madrugadas. Aunque tal vez sería una ofrenda muy pobre para el tamaño de su acto.

-A ti no podría decirte que no -dijo antes de mostrar la más bella y encantadora sonrisa de la que los ojos de Gulf habían sido testigos. Estaba seguro de que si guardaban silencio podrían escuchar el latido de su corazón en plena taquicardia-. Así que, ¿mañana?

-Por supuesto, preparo la mejor lasaña del mundo. Te encantará.

-Estoy seguro de eso. Me encantará todo lo que me ofrezcas -la última frase salió de sus labios como terciopelo acariciando la piel, el tono suave y tierno provocó que sus mejillas se colorearan de un tono carmín.

Mew se puso de pie disculpándose por su abrupta partida, tenía asuntos importantes que atender y tampoco podrían leer juntos esa noche, pero eso ahora no importaba tanto.

Los ojos de Gulf brillaban en satisfacción, tendría una cita con el chico de enfrente.



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El chico de enfrenteOn viuen les histories. Descobreix ara