Cap. 11: El emperador y el Súbdito.

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— No Ling, no le cortes, aún no están listos — El emperador se estremeció por la oposición a su persona. — No será algo que caiga también a nuestro cuerpo, además, lo mejor es esperar algún tiempo, el momento oportuno llegará... tal vez para el festival podamos comerlos.

La mirada de Ling, tan oscura y brillosa, se intensificó de un instante a otro.

— ¿No lo recuerdas? Hemos ido ya al carnaval...

— No... — El súbdito frunció el ceño y miró al suelo con la mente en blanco.

— Ambos, hemos estado ahí. ¿Lo has olvidado? — Demandó una respuesta al toque de su mano en el hombro de Wei.

El súbdito respondió con monosílabos cada pregunta del emperador, que insistió elocuente en sus palabras, temeroso en su corazón.

Ni memorias de los disfraces y todos aquellos insultos en la noche del carnaval.

¿Los buenos momentos?

Los dulces y el arroz condimentado.

Aquel beso.

«Es por eso que no tiene secretos para revelarme esta noche.»

— Lo lamento tanto, lamento lo que me ocurre, no es a voluntad que los recuerdos se me vayan... — Ante los ojos acuosos el emperador soltó un suspiro, resignado, abrió sus brazos al súbdito y le atrapó en su pecho. Incluso reconfortarlo de aquella forma traía un sentimiento diferente ahora.

— Me has mostrado tu casa, aquel lugar desde el que admirabas los las luces en el cielo. — Wei se aferró más al pecho del emperador, ante aquellas palabras tan extrañas.

— ¿Qué me está ocurriendo? — Cerró los ojos, haciendo presión a sus memorias. — Yo... recuerdo — Atrapó con una red de seda, las pocas memorias que tenía. — Que te conocí aquel día y que desde esos días has sido mi amigo, gracias por aceptarme en el palacio, eres tan bueno conmigo. — Yo no recuerdo...

A Ling, le sonaron más a instinto que a memorias aquellas últimas palabras.

Agradecimientos hechos lanzas, que se enterraban profundo en su corazón.

"El primer beso, El accidente, tu inconciencia, mis torturas en aquel calabozo, La primera vez, la primera discusión, el tiempo de tu cambio, el carnaval hacia cuatro noches, el segundo beso"— Su silencio reprimió sus lágrimas. —Wei... yo...

— ¿Cuantas noches he venido a tu palacio? — Mientras más se esforzaba, mucho menos recordaba. — ¿Y cuantos días?

— Ya no vienes, Wei Tzu — Wei exigió la separación de ambos cuerpos, algunos pasos atrás para poder mirar al elegido de los dioses, al joven poderoso que gobernaba, según las normas, aquel reino en el que había nacido. — Vives conmigo desde hace casi tres ciclos de Yī nián. — Cada palabra fue un tormento, la mirada nublada del emperador no conmovió a Wei Tzu porque el mismo era incapaz de ver con tantas lágrimas en sus ojos.

Wei Tzu tenía un don especial para hacer herir al emperador

Sin proponérselo siquiera, sin tener mal en el corazón... ¿Por qué?

La vida cuestionó en un susurro a Ling Zhou «¿Wei Tzu es el indicado...

...para mantener el amor en el corazón del emperador?»

El emperador desvió su mirada y viró su cuerpo.

— Vamos al estanque — De nuevo Wei jaló de la manga del emperador, evitó su andar. — ¿Qué?

Placeres del melocotón mordido • FINALIZADO |BL|Where stories live. Discover now