Mu & Shaka

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Mu sintió inmediatamente un cambio en el aire fino del Himalaya. Había llegado él — ¿a visitarle? ¿A castigarlo? ¿A llevarlo a rastras devuelta al Santuario? De cualquier manera estaba tranquilo, lo que tendría que pasar pasaría, pero tampoco iba a negar que sintió un gran alivio al ver a Shaka acercarse sin nada mas que su ropa casual, a pesar de la nieve alrededor.

"Te vas a enfermar estando tan destapado." Mu lo llamo desde una de las ventanas, a lo que el rubio solo sonrió, agradecido de ser recibido de manera amena.

"Mi cosmos es suficiente para calentarme. Pero igual agradecería que me dejaras entrar."

Mu rió y de inmediato lo teletransporto adentro, dandole una cobija para que pudiera cubrir sus desnudos brazos.

"Me das frio de solo verte."

"Tu tampoco estas muy bien cubierto que digamos," indicó su camiseta tan ligera y de mangas cortas.

"No pero yo estoy trabajando y eso me da calor," contestó el pelilila, haciendo un gesto hacia su mesa de trabajo, donde estaban desparramadas las herramientas que usaba para reparar las armaduras y un casco a medio trabajar, con abolladuras todavía visibles.

"...me alegra que todavía estes trabajando." La voz de Shaka se volvió seca, inseguro de si mencionar la situación haría que el lemuriano se tornara hostil o no.

El Santuario no había descendido en el desorden todavía, pero había algo de tensión en el ambiente, especialmente entre los guerreros dorados. Alguna vez habían estado orgullosos de estar los doce completos, pero poco a poco se habían desvanecido uno por uno. Primero Aioros, luego Saga, y ahora Mu, y Mu era el que más les dolía a todos por su ambivalencia. ¿Era traidor? ¿No era traidor? Desobedecía las ordenes del Patriarca al irse lejos pero igual continuaba con su deber de reparar armaduras....¿de qué lado estaba?

Incluso Shaka desconocía sus intenciones pero aceptaba que no era su lugar cuestionarlo, ya caerían las cosas por su propio peso y su verdadero destino sería revelado, pero por ahora tenia otro deber que cumplir.

Mu no se mostró ofendido ante el comentario, al contrario, sonrío un poco. "Es lo único que puedo hacer. Es lo que me enseño mi maestro Shion después de todo."

"Y seria una pena que perdiéramos a nuestro único herrero de armaduras."

"Cierto...." 'es por eso que no me han mandado a matar todavía ¿verdad?' Pensó Mu, con cuidado de no dejar que Shaka leyera sus pensamientos. "Supongo que no viniste solo a ver cómo estoy, ¿verdad?"

Aunque su tono de voz era casual, Shaka sabia a que era a lo que realmente se refería.

"Tienes razón. Vine a ayudarte, con aquello que te pidió tu maestro que hicieras."

Mu abrió mucho los ojos, sorprendido que el rubio lo dijera así nada mas, como si de tomar el té se tratase. Bueno, quizá era mejor hablarlo francamente que evitarlo con falsas amabilidades.

Shion se lo había dicho, hace muchísimo tiempo, que su raza debía continuar, que recaería en sus hombros el engendrar a quien heredarle los secretos de la alquimia para reparar las armaduras de los guerreros, la sagrada armadura dorada de Aries y la historia de su fallecido pueblo.

'Es por eso que te he llamado Mu, para que nunca lo olvides.'

Y no lo había olvidado, pero ahora que había llegado el momento tenia miedo y dudas. "¿Porque viniste ahora Shaka?" pregunto con la garganta seca, a lo que el rubio contestó sin tapujos.

"Es Julio, así podrá llegar a tiempo para Abril. Tu bebé."

De nuevo Mu se sorprendió por su seriedad y esta vez dejo escapar una pequeña risa.

Hijos de AriesWhere stories live. Discover now