Got a Feeling that I don't belong

48 5 5
                                    

-"¡Secondo! ¡Secondo!"-

Un Terzo de tan solo 19 años se adentra a la habitación de su hermano mayor en su búsqueda, pero su ceño se frunce cuando nota que este está vacío.

Nihil le había solicitado para poder platicar con él de algunas cosas y envió a su hijo menor a encontrarle para que fuese más rápido, pero parecía que la empresa era la misma que si él mismo hubiese salido a buscar a Secondo.

Antes de retirarse, el muchacho se quedó viendo a sus alrededores.

Nunca entraba a la habitación de Secondo porque él no se lo permitía. Al menos, después de que ambos se volvieron unos adolescentes, el sacarlo se volvió bastante recurrente.

"Ahora no, Terzo"

"Tengo unas lecturas pendientes... Hablamos después"

"Te he dicho, muchas veces, que vayas con Sigma o con los otros Ghouls de Padre. Ahora no puedo"

Ahora mismo, sus únicos dos amigos estaban en clase, por lo que, por esa razón, es que el chico había aceptado hacerle el favor a su padre.

Al ver la alcoba vacía se dio la vuelta, más, antes de salir algo llamó su atención.

El tocador del Papa era bastante grande y su mitra estaba ahí puesto. Era casi inaudito ver a Secondo sin su mitra, por lo que se acercó lentamente.

Sus ojos pudieron analizar mejor lo que había apenas estuvo lo suficientemente cerca.

Su maquillaje, un poco de loción, un trapo al lado del frasco, la mitra y nada más. Lo curioso era que, a pesar de que eso era lo único, estaba completamente ordenado.

-"Eres un loco, Secondo"- Dijo para sí mismo Terzo, dejando salir una pequeña risa en el proceso.

Después de haber visto todo lo que había en el tocador de su hermano, el chico alzó la vista para ver su reflejo en el espejo.

Ahí mismo se dio cuenta de la clase de mirada que tenía. Ojos cansados, ojerosos, con cierta falta de sueño. La vida que un joven de universidad tendría.

Lentamente, sus ceño se fue frunciendo con cierta tristeza. Cuando veía las fotos de cuando era niño, podía ver un brillo singular... Y, ciertamente, ese brillo se había desvanecido.

¿Desde cuando fue así?

Terzo agitó la cabeza para no meterse más en sus propios pensamientos y, al agachar de nuevo la mirada, vio el maquillaje de su hermano.

Primero, sostuvo la pintura blanca y se vio de nuevo al espejo… Se quedó pensando varios segundos hasta que al final decidió por hacerlo.

Con su dedo comenzó a pasar la pintura blanca por su rostro. Al inicio lo hizo dubitativo pero después comenzó a dejarse llevar por el sentimiento.

Se sentía efusivo.

Después de haber marcado todo lo blanco, bajó la pintura blanca en su mismo lugar y ahora sostuvo la pintura negra.

Para este paso, Terzo usó su dedo con más delicadeza. Se concentró demasiado en lo que estaba haciendo.

Dio la misma silueta que una pintura esquelética tendría. Pasó por sus ojos las mismas manchas negras, pero su nariz fue la diferencia; fue como dibujar una pequeña gota negra casi en la punta de la nariz. Una gran diferencia a la de su hermano que casi ocupaba toda la zona.

En vez de pintar las rayas negras de siempre, Terzo pasó su dedo sobre su labio superior, casi como si fuese un labial.

Terminada la obra en su rostro, el chico sonrió.

Habiendo un trapo cerca de donde estaba la loción de Secondo, el muchacho lo sostuvo para limpiar su dedo.

Al final, y con mucho cuidado, Terzo agarró la mitra de su hermano y lo levantó con cuidado para ponérselo en su cabeza.

No hizo más que ver el objeto allí y sonrió. Era para poder retratarse.

Sin darse cuenta del todo, tenía una sonrisa bastante amplia.

Se observó por un par de segundos más en el reflejo del espejo cuando, en este mismo, pudo ver una silueta que le hizo borrar su sonrisa rápidamente. Acto seguido, volteó a ver a su dirección.

Ahí estaba Secondo, con esa cruenta mirada de siempre y esa gélida seriedad. Con paso severo se acercó hacia el muchacho hasta que se posicionó en frente de él.

-"¿Puedes explicarme qué estás haciendo?"- Le preguntó sin más.

-"Yo… Uh… Solo estaba… Solo jugaba"- Respondió el otro, tratando de sonreír. Desde luego, su nerviosismo se lo impidió.

-"¿Qué edad tienes, Terzo?"-

Terzo suspiró y agachó un poco la cabeza. Ahí empezaba el regaño.

-"19…"-

-"¿Y por qué juegas como si tuvieses 5?"-

-"No es para tanto…"-

-"Explícame, ¿qué es esto?"- Con sus manos señaló el rostro de Terzo y la mitra, desde luego. Era un avance bastante grande que aún no estallara porque lo había tocado, en primer lugar.

-"Bueno… Esto es… Uhmm… Un ensayo cuando… Sea ascendido a Papa…"-

-"Creía que no querías ser Papa"-

-"No QUIERO ser Papa, pero… Sabes que eso a Padre le importa poco y… Eventualmente lo seré…"-

-"Terzo"-

Terzo suspiró una vez más, desviando la mirada. Parecía la de un ser lastimado que buscaba cubrir sus heridas.

-"Tal vez… Solo tal vez… Quiero seguir buscando encajar en esta familia…"-

El Segundo Papa Emeritus fue ahora quién suspiró y retiró la mitra de la cabeza de su hermano con cuidado.

Pero, en cuanto lo hizo, Terzo le empujó con cierta brusquedad, escapando de cualquier intento incómodo de confortarle.

-"Es estúpido, lo sé… Esta familia nunca me ha querido y yo sigo sintiéndome solo"-

-"Terzo…"-

El muchacho se detuvo y volteó a ver a Secondo con su amarga expresión.

-"Soy tu hermano…"-

-"No te ofendas, Secondo, pero me haces sentir más solo de lo que ya estoy…"-

Sin esperar respuesta, Terzo reanudó su camino y, a punto de salir de la habitación del Papa volvió a detenerse.

-"Por cierto, Padre te está buscando…"-

Dejando con la palabra en la boca al otro, Terzo se marchó finalmente.

Una lágrima negra escurre por su rostro.

No One Of Us Where stories live. Discover now