Z: Haz estropeado el cuadro que me encargo Jeremy tonta. — soltó enfurecido señalando el suelo.

Baje la mirada para ver lo que señalaba. Allí en muchos pedazos se encontraba aquel cuadro de no se que rayos. Pero el tipo tenía razón, estaba rota por la mitad y la imagen no era visible.

¡Eh! Pero eso tampoco había sido mi culpa, el bastardo tampoco había notado que yo iba por ahí. Y lo que me molestaba demasiado, era su presencia.
¿Creía que yo iba a tenerle miedo? Si, seguramente y eso era algo que no permitiría. Así que sin ninguna pizca de temor, me puse a gritarle.

N: ¡YA TE HE DICHO QUE FUE UN MALDITO ACCIDENT-!

Antes de terminar la frace, aquel idiota me había tomado por la camisa, jalandola y con ella a mi.  Con un movimiento brusco hizo que me pusiera de pie y con fuerza me colocó contra la pared.

  Mierda, ahora si me había metido en un lío.

Z: Mira pequeña enana.

N: ¡Medir 1,68 no es ser enana! — le grité, aunque no estaba en posición de hacerlo.— aquí el maldito gigante eres tú!

Z: Ja! Eres la primera en levantar la voz a este "maldito gigante" — Bramó soltandome de la camisa, pero su mirada fría seguía puesta en mi.— Te dejaré ir porque pegarte seria como lastimar a una niña. Ya sabes, los malditos gigantes que miden 1,80 no le pegan a las niñitas de 1,68.

  ¡Este maldito imbecil, ¿cómo se atreve a llamarme niñita?

N: Vete a la mierda! — le solté en la cara.

Tome los libros que estaban en el suelo rápidamente y sin voltear a ver, me alejé del mastodonte, no sin antes detenerme a pisar los restos de su estupido cuadro. No lo mire pero escuche que soltaba un sonido que expresaba odio, pero eso fue lo último que oí de ese tipo.


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Después de caminar tanto perdida por toda la mansión finalmente encontré el montón de bolsas de basura en el maldito laberinto.
Tome unas bolsas negras y ahí coloque todo lo inservible y lo arroje junto con las demás bolsas.

   ¡Al fin! Podre tomar aunque sea un pequeño descanso.

Sonreí y me alejé de aquel basurero que me costó años buscar. Camine por los pasillo llendo a mi lugar favorito, cuando iba a llegar a la puerta de mi habitación, algo me sujetó con fuerza de la camisa.

N: Auch!— gemi

Z: Vaya vaya, pero si es la niña que estropeó mi trabajo.

  Maldición, lo que me faltaba. ¿Otra vez?.

N: Sueltame imbecil — empezaba a sentir la presión en mi garganta — su-SUELTAME!

Z: Te soltare, pero...

N: ¿PERO QUE?

Z: Tienes que pedirme perdón y luego reparar mi trabajo.

  ¿Pedirle perdón? ¿Yo?

N: Jajajjaa — el idiota cada vez hacía más presión en mi camisa. Agh! No tenía otra opción — NUNCA!— Logre decir con dificultad. No podía respirar muy bien después de todo

Z: Me quedaré así, haber cuanto tiempo dejas esa cara tuya de orgullo y vanidad.

Después de un tiempo la garganta me comenzaba a doler. Mierda.

N: P... per...perd— intentaba con todas mis fuerzas pedirle perdón, pero mi orgullo lo impedía.

El estupido se acercó más a mi dejando su rostro a centímetros del mío, para escuchar lo que con dificultad le iba a decir.

N: Perdón... — susurré tragandome el orgullo. Era eso o morir asfixiado, no tenía elección.

    ¡Adiós orgullo!

El malvado solo carcajeo tenebrosamente. Algo no andaba bien.

Z: Iras a mi habitación y repararas lo que rompiste.

  ¿Yo? ¿En su habitación? ¿Reparando ese cuadro?

N: Tu habitación está fuera de los límites — le dije y me apresure en correr, no me importaba si correr era de gallinas. Pero no tenía ganas de enfrentarlo y mucho menos en ir a su habitación a reparar ese horrible cuadro.

Z: ¡No corras enana! — escuche a mis espaldas, demasiado. DEMASIADO CERCA. MALDICIÓN! ¿me estaba siguiendo?

Intente girar la cabeza para ver si alguien me perseguía pero antes de hacerlo, sentí algo.

N: AAGH!— Gemi. De nuevo me había agarrado del cuello de mi camisa. ¿Que tenía con mi pobre camisa?

Z: No te dejare escapar, te voy a encontrar a donde sea que vayas. Esta noche vendrás a mi habitación y vas a rehacer el madito cuadro— uso un tono como si intentara amenazarme.

N: NO QUIERO!

Z: Entonces irás por la fuerza — sonrió ladino.

Trague saliva, ese juego de las amenazas ya me estaba aburriendo.

Z: Ahora ve a limpiar las tres habitaciones junto a la biblioteca, te quiero en el salón de baile en dos horas y más vale que queden relucientes.— me empujo soltandome al fin y decidió marcharse sin decir nada más.

  
    ¡COMO LO ODIOO! MALDITO GIGANTE HORRIBLE!





























L͜͡a͜͡s͜͡ E͜͡s͜͡t͜͡a͜͡c͜͡i͜͡o͜͡n͜͡e͜͡s͜͡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora