Lo que mal empieza no siempre mal acaba

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Cuando se despertó esa mañana y de camino al baño se tropezó con los zapatos, supo que no iba a ser un buen día, tenía ese presentimiento.

Aún así decidió empezar con actitud; se hizo un buen desayuno real food, estiró un rato las piernas paseando por su nuevo vecindario, se duchó y se vistió para iniciar una nueva jornada laboral.

Cuando Horacio le llevó al trabajo ya los dos vestidos de secreta, éste le contó que alguien se había equivocado de número y le había llamado a las cinco de la mañana, que después le costó volver a dormirse, y que cuando por fin lo estaba consiguiendo, le llamaron del banco diciendo que no había cancelado el pago del anterior piso y le habían vuelto a cobrar.

La cabeza de Gustabo ya sólo tenía un pensamiento seguro: iba a ser un día de mierda.

Y como siempre, acertó. Tres atracos, uno con enfrentamiento directo donde todos los compañeros, incluidos Dan y él, acabaron abatidos; el segundo una persecución donde por mala comunicación acabó conduciendo Dan, así que terminaron estrellados contra un árbol y tuvieron que abandonar; y en el último, ahora ya conduciendo él, todo iba bien durante la persecución hasta que los que huían se llevaron una farola por delante, y Horacio y él, que iban a mucha velocidad  y en proceso de hacer un giro muy brusco, se toparon con ella y el coche se desestabilizó dando vueltas sobre sí mismo hasta pararse a veinte metros. Por suerte solo salieron con golpes y rasguños, pero de nuevo tuvieron que retirarse.

Les dolía más el orgullo ya que las propias heridas.

Definitivamente había comenzado mal el día, pero decidieron que no tenía que seguir siéndolo, solo necesitaban cambiar un poco de aires; así que dejaron los códigos tres y comenzaron a patrullar por la ciudad en busca de avisos de venta de drogas o comportamientos delictivos menores.

No encontraron nada más que problemas, y Dan y él acabaron teniendo un altercado con un ciudadano que se iba mucho de la lengua, provocándoles sin hacer caso a las advertencias, hasta que al final Gustabo, del día de mierda que estaba teniendo, comenzó a picar a Horacio con que no estaba haciendo nada para hacerse respetar y Horacio obviamente empezó a encenderse hasta que acabó a puñetazos con el hombre antes de arrestarlo.

Creían que nadie les había visto, no pasaba nadie por ésas calles, pero por supuesto una cámara sí que lo vio todo; y según Horacio, o más bien Dan, le daba un último puñetazo al hombre, aparecieron dos coches patrulla de los que salieron nada más ni nada menos que el Superintendente y el Comisario Volkov.

La bronca que se llevaron no fue pequeña, con ese hombre nunca lo era, y tras soltar al detenido a cambio de que no interpusiera una denuncia en contra de Dan, Conway decidió que el resto del día estarían siendo vigilados y que a la mínima les suspendería el sueldo durante una semana. Así que para evitar más altercados los separaron; Dan comenzó a patrullar junto a Volkov, que no pareció disgustado con el castigo, y a él le tocó estar bajo la atenta mirada del Superintendente.

No le gustó mucha la idea, pero al menos se dijo que ahora las cosas se tranquilizarían, porque Horacio y él juntos eran un imán para los problemas, y si estaban separados y además bajo la supervisión de un superior, ya nada podía ir a peor.

Pues habló muy pronto.

Para comenzar había empezado a llover, y según pasaban los minutos se iba intensificando, y con la baja temperatura que estaba haciendo ésos días, salir fuera del coche con ese temporal equivaldría a pescar un resfriado seguro.

Entonces saltó un QRR en el norte de la ciudad, por las montañas a las afueras en pleno temporal, y Conway se dirigió allí sin pensárselo dos veces. Cuando llegaron se encontraron en medio de un tiroteo, con tres agentes abatidos y uno solo resistiendo junto a Volkov y Dan que habían llegado antes que ellos.

C&G // Intenabo OneshotsWhere stories live. Discover now