Capítulo dos

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La mirada gris de Adelaine estaba fija sobre Sage, más fija de lo que le era cómodo. De hecho, si por él fuese, preferiría que ella no le mirase en ninguna ocasión; aunque por supuesto que ella nunca hacía lo que le decía.

“No me dejaste matarlo.

  Aquella era ya la tercera vez que ella le decía aquello con el mismo tono acusador después de que Lissa se marchase del comedor tras declarar que los tres estaban castigados.

  De alguna manera la madre de Eithan se había dado cuenta de que los tres habían formado parte de lo que había ocurrido en el centro de la ciudad la noche anterior, y ahora estaba planeando con Elle, Lynwood y Nik la manera de mantenerlos dentro de la casa por siempre.

  Lo cierto era que Sage no creía que ellos supiesen con certeza que ellos habían estado involucrados en el asunto, pero tampoco era como si les quedasen muchas opciones que callar y aceptar su castigo en silencio.

“Porque estaba tratando de atraparlo” y esa era ya la tercera vez que él le decía aquello, sin embargo aquella vez, aun sabiendo que probablemente la terminaría de sacar de sus casillas añadió:”. Lo que por cierto hubiese conseguido hacer si vosotros dos os hubieseis mantenido al margen.

  La silla sobre la que su primo estaba haciendo balance bruscamente golpeó el suelo.

“¡Esa cosa iba a por tu cuello, Sage!

“¡Esa “cosa” era una persona y justo ahora podría estar en mi laboratorio, Eithan!” replicó Sage poniéndose de pie, molesto ante el hecho de que sus dos primos estuviesen tratando de hacerle sentir como un niño regañado”. ¡Les digo que si logro atrapar uno, podría encontrar una manera de arreglar todo esto!

  La chica le dedicó una mirada que demostraba que claramente no estaba de acuerdo con lo que él estaba diciendo, pero también sabía que era casi igual de testarudo que ella.

“Vale, Sage, quizás tengamos que recordarte como son las cosas” dijo Adelaine poniendo un tono fingidamente calmado que él conocía como el tono que ella usaba con Jeremy cuando la estaba poniendo de nervios”. Esas “personas” como quieres llamarlas, ya no son ellas mismas. Cuando esas cosas te toman tú dejas de existir, dejas de ser tú te extinguen y entonces toman tu cuerpo; se alojan en él como parásitos y matan todo aquello que alguna vez te importó. Cada vez que matamos a una de esas “personas”, les estamos haciendo un favor. Como Summer hizo ayer con Dave y como hecho docenas de veces antes de eso.

“Y si no lo hacemos, cuando el cuerpo deje de serles de útil saltarán a otro y luego otro y otro” añadió Eithan volviendo a hacer balance sobre las dos patas traseras de la silla.

“¿Así que es eso? ¿Nos vamos a limitar a matar a personas que conocemos y no vamos a buscar una solución más humana?

  Adelaine y Eithan cruzaron una mirada y asintieron soltando al unísono:

“Sí.

“¿Saben qué? Al infierno con los dos” exclamó Sage echando los brazos al aire mientras se alejaba de ellos”. ¡Y al infierno con tu partida de caza también, Eithan! ¡A demasiados hemos perdido ya!

  Casi de inmediato escuchó un par de pasos ligeros detrás de él, los de Adelaine por supuesto; Eithan nunca le seguía a su laboratorio, la única que se atrevía ello era aquella insistente muchacha.

  Cuando se trataba de Adelaine, Sage nunca estaba seguro de lo que hacer o decir puesto que cualquier palabra mal dicha o cualquier movimiento no pensado podía ser motivo para la pelea del siglo.

  Su tía solía llamarla "pequeño invierno" y a veces pensaba que la mujer no podía estar más acertada. Tal y como el invierno Adelaine era impredecible y generalmente fría.

SombrasWhere stories live. Discover now