Prólogo

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Prólogo.

Dave

Ya llegaban diez minutos tarde, estaba claro que lo de la puntualidad era cosa de unos pocos. Supuestamente, me habían citado a las once para darme mi próxima misión, y aunque apenas llevaba en casa un par de días, ya estaba deseoso de salir otra vez.

La Terminal era la primera ciudad de cazadores, fundada hace más de doscientos años, con la ayuda de unos brujos desertores que querían ayudar a la humanidad. Mediante embrujos, consiguieron hacer invisible a cualquier ojo, una ciudad que ahora contaba con más de diez mil cazadores activos y unos miles más protegidos, como hijos de cazadores o ancianos cazadores. Estos últimos eran los que menos, pues la vida de un cazador era más bien corta.

Se podría decir que La Terminal era como una pequeña ciudad, escondida entre montañas, pero que contaba con todo lo necesario para no necesitar salir de ella si no se quisiera. Había bares, tiendas, parques, viviendas y hasta tenemos lo que podría llamarse un ayuntamiento, lugar donde me habían citado.

Las puertas de la sala donde me encontraba, se abrieron de golpe dejando entrar un sonido de risas y burlas de una voz que conocía muy bien. Jack. El mismo Jack que casi hizo que unos demonios descubrieran La Terminal. El mismo al que hay que ir limpiando los desastres que va dejando a su paso.

Se podría decir que nuestra rivalidad venía de lejos. Ya en la escuela éramos los dos mejores de la promoción, diferentes a nuestra manera, pero letales y eficientes. La diferencia era que él estaba loco, le gustaba matar, era siniestro y no le importaba lo que tuviera que caer para que la misión saliera adelante. Yo en cambio era más meticuloso, no me gustaba la improvisación ni que las cosas me pillaran de improvisto.

- Fue una buena fiesta, sí señor. - dijo Jack nada más entrar entre risas.

La persona con la que hablaba era el comandante Collins, la más alta institución de La Terminal, Nada sucedía en la ciudad sin su supervisión o su conocimiento. Nadie entraba sin su consentimiento. Y nadie salía sin que él lo autorizara.

Ambos reían de algo que desconocía, por lo que me dio la impresión que la reunión había empezado sin mí.

- Buenos días Dave. - dijo Collins mientras me ofrecía su mano para estrecharla.

Le estreché la mano con firmeza mientras miraba a ambos con sospecha. Algo me olía mal en esto, no era normal que Jack estuviera aquí.

Saludé a Jack con un movimiento de cabeza y esperé a que alguno de los dos dijera algo. Collins nos indicó que entráramos a su despacho y nos sentáramos frente a su mesa.

El despacho era sencillo, una gran mesa en el centro con un cómodo sillón era lo más llamativo de la sala. Pero lo más valioso que había eran las paredes, repletas de estanterías con toda clase de libros. Ahí había toda la información que se necesitaba para matar a cada ser sobrenatural del planeta.

- Sé de vuestras disputas. - comenzó diciendo Collins haciendo que ambos nos tensáramos en nuestras sillas. El tono jocoso se había quedado fuera del despacho y ya ofrecía esa penetrante y seria mirada azul. - Me importan una mierda ¿lo entendéis?

- Sí, señor. - dijimos los dos a la vez.

Aunque el tono había cambiado, ni Jack ni yo éramos personas de achantarnos ante los mayores, más bien, nos gustaba un poco el reto de enfrentarnos a ellos. Pero en este caso no era inteligente, más sin saber cuál era la misión que nos quería encomendar.

De repente abrió un cajón de su derecha y sacó dos carpetas de cartón marrón y con tan solo ver el número que había en la portada, ambos nos miramos con nerviosismo.

Secretos del cieloWhere stories live. Discover now