El enfermero

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Alex.

Mierda, me repugna realmente estar aquí, el olor a hospital era lo que más odiaba en mi vida, el sólo recordar que tendría que venir aquí el próximo mes, me daba nauseas. Nací con esta maldición, bueno tampoco era una maldición, pero joder, tenía que someterme a revisión todos los meses en este hospital de mierda y su olor a suero era lo que menos me entusiasmaba.

El caso es que nací con una condición algo absurda, pero no mortal, mi estomago es algo delicado y si las comidas no se procesan bien o no fueron bien lavadas... Vomito, si vomito, es todo lo que sucede, pero luego vienen los mareos y las jaquecas, soy como una embrazada, pero delgado y con cojones.

Desde pequeño he sido obligado a tratarme mensualmente, eso es lo que tiene una enfermedad extraña sumada a una madre exagerada. Tenia que hacerme la última revisión y la enfermera no llegaba, se había demorado más de lo normal y mi paciencia no es que fuese inagotable.

Este era mi tercer día aquí, conocía cada rincón de este hospital como si fuese yo quien lo hizo, hasta sabía dónde se escondían algunos médicos a practicar cosas no muy profesionales con las enfermeras.

Un golpeteo en la puerta me sacó de mis divagaciones y me volteé en la camilla esperando encontrarme a Sonnia, una enfermera que llevaba toda su vida trabajando en el hospital de los cojones. Pero en cambio entró un enfermero, no lo conocía, pero se me hacia familiar algo en su aspecto.

Frank.

Mierda, mierda, mierda, hoy era mi primer día trabajando en este lugar y ya estaba llegando tarde a mi primer control, ¿Cuántas salas podría tener un hospital? Jamás sospeché que tantas, claramente el ingeniero quiso formar un laberinto con este lugar, seguí trotando por los pasillos buscando el número correcto. ─219...220...221...222...No... ¡221! ─ me devolví, era la 221, al fin.

Toqué la puerta e ingresé.

─Siento mucho la demora, pero este lugar luce como un verdadero laberinto y mi madre no me advirtió de ello─ Dije mientras rápidamente lavaba mis manos en el baño y me ponía unos guantes.

─O sea que... ¿es tu primer día o algo así? ─sonreí divertido mientras veía la por primera vez la cara del paciente. ─Y también supongo que Sonnia es tu madre─.

─ ¡Bingo! ¿Eres una clase de clarividente chico... ─leí su ficha para buscar un sobrenombre─ "vómito"?

Claramente el nombre no le agradó porque su rostro cambió de semblante en menos de un segundo. Ahora que me fijaba bien, era bastante apuesto y muy de mi tipo, blanco, cabello de un color oscuro y algo desordenado, a lo único que podría ponerle un no, era a su perilla de chivo, pero el resto de él era bastante atractivo.

─Solo era una broma, Alejandro ¿podrías pararte por favor? ─su cara no era muy amistosa, Alejandro se levantó de la camilla─ Y perdona a este pobre hombre por llamarte "vómito" cuando en realidad mereces otro alias─ dije juguetonamente mientras hacia un puchero.

Su rostro se puso levemente rojo y una sonrisa se escapó entre sus labios.

Alex.

El cabron me había llamado chico "vómito" y ahora se me insinuaba, ¿de verdad lo habían contratado y no era un error?

─Ahora quítate la camiseta por favor.

Oh no, eso no, ese ni siquiera era el procedimiento de revisión.

─ ¿De qué hablas?

─ ¿El señorito se podría quitar la camiseta por favor? Es para... Examinarte mejor.

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⏰ Last updated: Jun 08, 2020 ⏰

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El enfermero; staxxbyWhere stories live. Discover now