—Las cosas cambian, las personas también —me aseguró, manteniendo esa sonrisa solo para mí —Por al menos una vez en la vida debemos ser una versión nueva de nosotros, tener la iniciativa de cambiar fue una de las mejores decisiones que pude tomar, la nueva versión de mí me ha regresado mucho de lo que perdí en el pasado, quizá nunca te hubiera recuperado y nunca me hubieras vuelto a ver.

Me apreté los labios para ocultar un gesto, la solía idea ya me estaba provocando un nudo en el estómago, perder de vista sus hermosos ojos y su apantallante sonrisa, olvidarme del toque de sus manos sobre mi rostro, sobre mi cuerpo, la melodiosa música de su voz y la arrulladora sinfonía de su risa, ¿Realmente hubiera podido vivir sin eso?

—No lo digas más —le pedí, sacudiéndome por el frío que se coló en mi cuerpo —Tú mismo lo dijiste, algo nos unió aquí en París, no sé qué haya sido, podemos llamarlo como queramos pero el hecho es que de todos los lugares del mundo jamás creí que te encontraría aquí.

—¿No es gracioso? Ambos parecíamos querer huir de lo que sentíamos el uno por el otro, se suponía que esa convención nos distraería y resultó una gran sorpresa. Al menos yo estoy agradecido por eso.

—Yo también —le robé un beso rápido pero él no desistió y me agarró antes de poder separarme, prolongó el beso un poco más, me reí cuando me alejé, la cabeza me dio vueltas que casi creí necesitar poner la cabeza en la almohada —Tenemos tiempo para eso, no podemos ser irrespetuosos en casa de Mónica.

—Solo será un día más, resistiré. —me guiñó un ojo, se mordió un labio y yo no pude quitarle los ojos de encima, estaba de acuerdo en que quiso tentarme pero me contuve —Te ayudo con los regalos, es mejor tener algo que hacer que morir esperando al gran día.

Llevamos los regalos a la sala de estar, debajo del gran árbol que Mónica había decorado, era el árbol de navidad más precioso que alguna vez haya visto, era enorme y el olor a pino fresco y recién cortado abundaba en casi todo el espacio de la sala, se mezcló perfecto con el olor de la canela; el listón rojo y verde contrastaba muy bien con las luces amarillas que rodeaban el árbol, incluso puso figurillas de cristal que colgaban y se mecían con gracia, reconocí algunas estrellas también y unos pequeños Santa Claus de porcelana que también colgó.

Presentía que la velada sería inolvidable y mágica, daba la casualidad que todos aquellos momentos únicos siempre los compartía con Evan y eso me gustaba mucho.

(...)

La noche llegó y Mónica dio por comenzada la cena navideña cuando empezó a poner cada uno de los deliciosos y exquisitos platillos que había preparado sobre la gran y espaciosa mesa, me quedé anonadada porque además de ricos platillos también hizo postres, sacó una vajilla finísima y algunas copas de vidrio donde nos sirvió vino y después le pidió a Sebastian que pusiera música, él eligió lo que a ella le gustaba que eran las canciones de Frank Sinatra.

Yo estaba demasiado nerviosa y Evan se dio cuenta de eso, trató de calmarme cuando tocaron el timbre de la casa  yo sabía  quien había llegado, era la ex agente de Lisa y buena amiga de Sebastian; Evan me seguía calmando cuando nos sentamos juntos en la mesa, después de unos segundos una mujer de unos cincuenta y ocho años entró al comedor, era rubia, tenía unos ojos azules muy potentes, era delgada y tenía el rostro un poco cuadrado pero era muy guapa, su sonrisa era grande y contagiosa, también fue muy amable con todos, inmediatamente Sebastian la presentó ante todos.

—Ella es Meghan Gardner, una amiga de la galería en la que trabajé hace algún tiempo, Meghan ellos son unos amigos de América.

Meghan saludó a Karen, fue muy afectiva que hasta le dio dos besos en la mejilla y un abrazo, igual a Emilia, después a Mónica y cuando se nos acercó a Evan y a mí, ella de alguna manera supo quién era yo.

Mi Tormento Favorito©+18  [MCF#2]Where stories live. Discover now