Capítulo 2.

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—Y aquí estamos, reafirmando lo que yo ya sospechaba.—decía Khalida orgullosa.

—Todavía no sabemos nada.

—Sí, ¿Cómo no?

—¿Por qué dices eso?

—Mira.—Le señaló con su dedo índice a la mujer que de alguna manera se encontraban siguiendo, y efectivamente, estaba con alguien más.—Ahora: Las pruebas.—De entre todas las cosas que llevaba consigo sacó una cámara fotográfica y fotografió con ella aquella escena.—Claro que imagino que quieres más pruebas.

—Exactamente.

—Okay, sigamos hasta que se haga de noche.

La escena terminó con ellos a las afueras de un motel de apariencia deplorable.

—Si te hace sentir mejor.—Le dijo al rubio.—Esto no me hace sentir mejor.

—¿Por qué?

—Porque fue demasiado fácil, casi siempre el trabajo es demasiado fácil, ¿Sabes cuál fue el último encargo que tuve que realizar realmente? El tipo quería información sobre la tipa que le gusta, ¿Sabes que tan sencillo es averiguar "Todo" sobre una persona? Demasiado.

—Bueno, creo que no a todos se nos facilitan las mismas cosas, mira a Mizurou: Creo que él si hubiera necesitado tu ayuda.

—¡Oye!

—Bueno, mejor comencemos a ordenar todo, tenemos que entregarle las pruebas al sujeto y también cobrarle. Se ve que es de mucho dinero.—bromeó.

Una vez terminado el trabajo, para Keijin vinieron preguntas muy incómodas por parte de Khalida, ¿Por qué? ¿Por qué no?

—Oye, Keijin ¿Te acuerdas de Mikage?

—...—El muchacho se encontraba bebiendo café y al escuchar aquella pregunta no pudo evitar alterarse a tal punto de escupir el sorbo que hacia unos segundos había entrado en su boca.—¿Por qué lo preguntas?

—Porque estoy aburrida.

—Eh... ¿De quién estabas hablando?

—De Miyuki Mikage, el tipo que fue tu novio a escondidas un tiempo cuando estábamos en la universidad, con el que perdiste tu virginidad, del que te tatuaste su nombre en el...

—A ver, a ver, yo nunca me tatué su nombre.

—Pues nada más eso te faltó, ¿Él sí se tatuó el tuyo?—preguntó al último con picardía.

—¡Claro que no! Y ya deja de preguntar tonterías.—Hizo una pausa, después se le ocurrió preguntar algo a él.—¿Qué pasó con tu ex-novio el que te dejó por otra?

—No te contaré esa historia otra vez, es muy triste. ¿Por qué cortaste con Mikage si no tenías impedimento para estar con él?

—¿Por qué él te abandonó?

—Porque es un idiota que en el fondo me sigue amando, además a diferencia tuya yo ya lo he sup-...-—Aunque no pudo alcanzar a terminar aquél diálogo su compañero sabía muy bien a que se refería.

—Khalida, ¿Podrías venir? Necesito tu ayuda.

—Sí, está bien.—Le respondió a Mizurou.—Ahora vuelvo.—dijo a Keijin.

Una hora después todos salieron felizmente de aquella oficina, uno se fue a su casa y los otros no, ella sabía algo sobre Mizurou, algo que él desgraciado de Keijin se había tomado la libertad de contarle meses atrás en una fiesta de navidad "Dice este tipo que está enamorado de ti desde el día en que te conoció y que quiere que seas su novia, que envidia". Terminó para después vomitar por culpa de la comida en mal estado de ese lugar.

—¿Estás bien?—Le preguntó ella al joven desde la parte de afuera.

¿Por qué no? Él le agradaba y se notaba a kilómetros que era mucho más inocente que ella, sí, definitivamente, ¿Por qué no?

—Eh, Mizurou.

—¿Sí?

—Últimamente no hemos hablado casi nada, y quisiera saber, ¿Quieres ir... Por ahí? Tú sabes, a cualquier otro lugar que no sea tu casa.—rió nerviosamente.

—C-claro.—respondió él aún más nervioso que ella.

Ella ahora estaba esperándolo dentro de la gigantesca sala de cine, habían quedado en que él compraría los dulces y las palomitas y ella pagaría las entradas, llegó a donde Khalida pasando por la fila en la que todos ya estaban sentados esperando el inicio de la película, pisando y golpeando por accidente a las personas.

—¡Cuidado!

—¡Pendejo de mierda!—gritó otro.

—¡Fíjate, idiota!

Un niño le propinó una patada haciendo que casi se cayera con la bandeja de comida entre las manos. Ella lo vió todo, había empezado a reírse, pero no de él.

—¿Tú de qué te ríes? ¿Te estás burlando de mí?

—No, claro que no.—respondió riendo aún.—Es que yo siempre imaginé que esas cosas sólo me pasarían a mí, bueno, una vez me pasó, hace mucho, no recuerdo cuando exactamente, y por eso me estoy riendo.

—O sea que sí te estás burlando de mí.

—¡No, claro que no!

—¡Ya cállense!—Les gritó una adolescente mientras les arrojaba un puñado de palomitas.

Y sólo de esa manera guardaron silencio el resto de la función.

A veces intentar hacer que alguien guarde silencio es difícil, pero no imposible.

—La leyenda del hilo rojo, ¿La conoces?

—Sí, pero me da miedo.

—¿Por qué?

—Es que... En primer lugar me parece absurdo que en verdad haya algo que diga que sólo con una persona debes de estar por el resto de tu vida, no me malinterpretes, además, ¿Qué tal si esa persona no te agrada? Como pasó con la niña de la historia, ese rey estaba claro que era un idiota, superficial, egocéntrico, pobre mujer, está claro que no fue feliz el resto de su vida, ¿En serio? ¿Cómo le entregas tu hija a alguien así? Que miedo, simplemente yo no podría, no puedo.

—Bueno, no lo había visto de esa manera.

—Nadie lo ha visto de esa manera. ¿Quieres ir a hacer algo más?

—No. Vamos a casa mejor.

Y a pesar de que la distancia entre los hogares de ambos era casi inexistente el que Mizurou le pidiera que lo acompañase hasta la puerta de su casa fue inevitable para él e indiscutible para ella, después de todo no tenía nada mejor que hacer. La casa olía a él, demasiado bien, delicioso aroma a no sabía qué.

Al abrir la puerta de su propia casa vió una vez más a su mascota escapar entre sus pies, en esa ocasión no estaría un Mizurou atento que lo atrapara y se lo diera pues este ya había entrado a su hogar, sentía en veces que le quitaba por completo las ganas de tener mascotas.

I love you. [Tokyo Ghoul:re] [Mizurou Tamaki y Keijin Nakarai]Where stories live. Discover now