Joven, salvaje y libre.

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El calor sofocante, la brisa aún más caliente, al no ser la hora de apertura del casino, el aire acondicionado no funcionaba aún . Los empleados se apresuraban de un lado al otro para limpiar y comenzar su turno, el día transcurría rápido y la tarde llegaría muy pronto. Hora de abrir el telón.

Los gritos se escuchaban hasta el area del bar. Y los empleados que limpiaban las mesas o aspiraban la alfombra sabían que se suscitaba otra discusión entre el dueño y SeokJin.

—Te digo que no lo haré Don. Es una estupidez.

—Me debes la renta del mes pasado, claro que lo harás mi amor.-el hombre se mantenía leyendo el periódico mientras fumaba su cigarrillo y depositaba de vez en cuando la ceniza en el cenicero con forma de craneo a su costado, SeokJin refunfuñaba en la silla frente a él.—Claro que lo harás si no quieres que recuerde cuánto es lo que realmente me debes.

—Como sea, te dije que me lo descontarías de este mes , no voy a hacer una mierda.

—Mejor le bajas a tu tono precioso, si no quieres verme enfadado de verdad. He dicho que lo harás y no te estaba preguntando.-finalmente tomo el cigarro consumido hasta la mitad y lo aplasto de lleno en aquel craneo que a ojos de Jin siempre había parecido de muy mal gusto, pero que podía hacer. Así era Donald.

—No se qué hay que hacer.

—Claro que sabes qué hay que hacer, siempre estás parloteando con Mónica antes del show y siempre te he escuchado cuando acomodas las mesas , sabes muy bien que hacer , así que mejor ve a prepararte. Se hace tarde y tú ocuparás su lugar.

SeokJin se levantó del asiento y salió al pasillo, quería azotar la puerta y mandar todo a la mierda, pero sabía que no podía. Camino por el lustroso pasillo hasta llegar al fondo y dirigirse a los elevadores;Oprimió el piso cinco y espero, las puertas se abrieron y de ella salieron dos chicas tan altas como el y delgadas como una varita de canela. Eran Ashley y Jennie.

—Hola SeokJini.-dijeron al unísono-

—Hola chicas

—¿Como vas Jini?-la chica rubia y de corto vestido lo miraba atenta mientras masticaba una goma de mascar muy rosa y con olor a fresa-

—Como la mierda. -la chica castaña lo vio de arriba a abajo y jalo el brazo de su amiga.

—Se hace tarde Ashley, hasta el rato SeokJin.

Las dos jóvenes siguieron su camino y el pelinegro entró en el elevador, ahí al menos el clima si funcionaba. Lo primero que vio al entrar en el pequeño cubículo fue su reflejo, estaba cansado , anoche no había podido dormir , como otras noches , la mierda de al lado lo había despertado y se preguntaba por cuanto tiempo más soportaría este ritmo de vida, cuanto tiempo más podría vivir alejado de aquella vida que llevaban sus amigas.
Lo que ganaba como mesero y lavaplatos y lo que sea que a Donald se le ocurriera ponerle a hacer era una miseria , solo alcanzaba para cubrir sus gastos ahí dentro y eso apenas era sobrevivir. Donald le cobraba por todo, el cuarto donde dormía, el agua que ocupaba, la comida, la renta de su uniforme , absolutamente todo, no quedaba nada para el. No veía futuro, no veía libertad.
Al menos sus amigos ganaban lo suficiente como para poder salir un rato de compras o gastárselo en drogas.
El no era como ellos, no era un adicto y tampoco quería ropa nueva, le bastaba con tener lo suficiente para comprar un boleto de autobús e irse lejos de ahí, quizá a Nueva York, quizá a Florida , lo más lejos que se pudiera de esto.
Ni loco se acercaría a Los Ángeles , había probada esa mierda al mudarse y fue una locura, apenas si logró escapar de esa vida de perdición con el pequeño Jimin, su ángel guardián encontrado en el camino.

Pero las cosas comenzaban a cambiar poco a poco y Jimin había decidido tomar el camino fácil y seguir a Ashley y a Jennie. Su trabajo de cada noche era insoportable y SeokJin no se creía capaz de llevar esa vida. No es que fuera un completo inocente, no , no era eso, tenía miedo, miedo de que una vez inmerso en toda esa mierda no encontraría la manera de salir.
La vida le estaba dando muchas sorpresas y ahora debía cubrir a Mónica en su turno, eso al menos le liberaba de lidiar con los insoportables clientes que llegaban a aquel casino de  Long Beach pensando que eso era Las Vegas. Y qué Jin podía ser su puta solo por servirles unos tragos. Vaya mierda.

La canción que me pidesWhere stories live. Discover now